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Marcin Sacha |
-Ya sabes. Escribo cuando se me comen las lágrimas, la puta pena o los dichosos nervios. O la angustia, esa preocupante y glotona cocinera.
-¿Entonces?
-Nada que decir.
-Pues ni lo pienses, ni lo escribas, ni te lo digas.
-¿Callo?
-Por supuesto, errático.
-Cogeré la bicicleta.
-Cógela.
-Ella sin tus pies no es nadie. Y tú, sin ella no eres nada.
-...
-Tiene arte que la mayor de las pequeñas sea aquella que acabe donde sólo empieza la única.
-¿La rueda...?
-No, el guisantepiedra.
-Entonces es él.
-No, es ella. La codicia.