Amé en aquella mirada lo que había de sospecha. Y el miedo de las cosas tenía en aquel espejo la ilusión de disentir del futuro. Contacto: jrubaz@hotmail.com
Los cuatro puntos cardinales son tres: el Norte y el Sur.
Era la noche como un suave infierno de diablos borrachos cantando a la luna de Tepoztlán. Bajo el sombrero de un árbol de estrellas brotaban corridos de amores quemados bajo el volcán.
Cuando llegaste, de pronto una luz de luna escarlata cayó en catarata desde una pirámide. Sobre tu pecho colgaba una cruz y como un consuelo arropaba tu duelo el calor de una clámide.
Y nos dijiste: "permítanme, voy a quedarme cinco minutos, cinco minutos, los que me quedan, y olvido el luto, cinco minutos, cinco y no más".
Y esos minutos tomaron tequila, cantando, riendo, llorando a la luna de Tepoztlan. Y los relojes huyeron del tiempo cuando alguien te dijo: "Señora, las diosas nunca se van". Y despertaron al amanecer perdidos arrojos en tus negros ojos heridos por el dolor.
Cuando dijiste: "amar no es perder", Sam Peckinpah, arriba, brindó con un "viva, Señora, ¡por el amor!"
Y nos dijiste: permítanme... Knock, knock, knock, knocking' on Heaven's door... Cinco minutos. Luis Eduardo Aute ...Bajo el sombrero de un árbol de estrellas brotaban corridos de amores quemados bajo el volcán.....
"El que sea valiente que siga a Parra. Sólo los jóvenes son valientes, sólo los jóvenes tienen el espíritu puro entre los puros. Pero Parra no escribe una poesía juvenil. Parra no escribe sobre la pureza (…) Parra escribe como si al día siguiente fuera a ser electrocutado".
Así describió el fallecido escritor chileno Roberto Bolaño a su compatriota Nicanor Parra, quien este viernes cumple cien años y está siendo homenajeado con exposiciones, charlas, artículos y documentales.
Irreverente, controvertido y eterno candidato al Nobel, Parra es uno de los poetas más influyentes de la literatura hispanoamericana contemporánea. Y más originales.
"De estatura mediana, / Con una voz ni delgada ni gruesa, / Hijo mayor de profesor primario / Y de una modista de trastienda", se retrata en "Epitafio", uno de los primeros textos de Poemas y Antipoemas, el libro que, desde su publicación en 1954, le granjeó amplio reconocimiento nacional e internacional.
"Flaco de nacimiento / Aunque devoto de la buena mesa; / De mejillas escuálidas / Y de más bien abundantes orejas; (…) Ni muy listo ni tonto de remate / Fui lo que fui: una mezcla / De vinagre y de aceite de comer / ¡Un embutido de ángel y bestia!", agrega en ese poema.
Dinastía de artistas
Nicanor Parra Sandoval nació el 5 de septiembre de 1914 en San Fabián de Alico, una aldea cercana a la ciudad chilena de Chillán, situada a unos 400 kilómetros al sur de Santiago, la capital.
Sus padres, Nicanor Parra Parra, profesor de música, y Rosa Clara Sandoval Navarrete, quien también cantaba y tocaba la guitarra, fundaron una verdadera dinastía de artistas.
Varios de sus nueve hijos se dedicaron a la música, entre ellos Violeta, la célebre autora de "Gracias a la vida" y "Volver a los 17", y Roberto, en cuyas décimas se inspiró La Negra Ester, una de las obras más exitosas del teatro chileno.
El futuro poeta abandonó la casa paterna en 1932 y viajó a Santiago, donde hizo el último año de la enseñanza secundaria en el Instituto Nacional Barros Arana (INBA), antes de comenzar a estudiar matemática y física en la Universidad de Chile.
El antipoeta retratado en 1935, año en que se publicó su primer texto conocido: "Gato en el camino".
Otro de sus hermanos, Eduardo, contó – en un número especial del semanario chileno The Clinic dedicado a los 90 años del poeta – que éste, mientras cursaba sus estudios universitarios, los fue llevando uno a uno a la capital, empezando por Violeta, para que estudiaran.
"Aparte de mantener el rendimiento, mi hermano nos puso una condición para traernos a Santiago: que dejáramos el canto y las guitarras", señaló.
Sin embargo, no lo obedecieron y el hermano mayor terminó por aceptarlo.
"Solo tiempo después, cuando volvimos de una gira con la Violeta, nos encontramos con la sorpresa de que Nicanor tenía su guitarra propia y que la tocaba. Nunca supe como aprendió", dijo.
Génesis del antipoema
El primer texto conocido de Nicanor Parra es "Gato en el camino", un cuento publicado en 1935 en una revista del INBA, donde trabajaba de inspector a cambio de comida y techo, mientras estudiaba en la universidad.
Dos años después apareció su primer poemario, Cancionero sin nombre, del que más tarde renegaría, hasta el punto de no incluirlo en su Obra gruesa por considerarlo "un pecado de juventud", demasiado influido por Federico García Lorca.
Poco antes se había publicado en Santiago la controvertida Antología de poesía chilena nueva, de Volodia Teitelboim y Eduardo Anguita, que marcaría profundamente a Parra.
El libro incluía (junto a poetas ahora menos conocidos fuera de Chile, como Rosamel del Valle, Humberto Díaz y los propios autores de la selección) a tres de los llamados "cuatro grandes" de la poesía chilena del siglo XX – Pablo Neruda, Vicente Huidobro y Pablo de Rokha – y excluía a la cuarta, Gabriela Mistral, "una injusticia", según le dijera a BBC Mundo en 2004 el propio Teitelboim.
"Me sentí terriblemente impresionado por esta obra y pensé que yo podía hacer algo parecido; pero a los pocos pasos me pregunté acerca de la necesidad y la función de un trabajo de esta naturaleza. Y no pude contestar esta pregunta de inmediato", le dijo Parra a Mario Benedetti, en 1969, cuando el escritor uruguayo le inquiriera sobre cómo llegó a concebir el 'antipoema'.
Según Parra, poco a poco llegó a la conclusión de que "la poesía, tal como se la practicaba, en cierta forma divergía de lo que podemos llamar la noción de vida. Partía solamente de ella, pero no volvía".
Fue así que decidió que había que inyectarle vida a la poesía chilena, creando una antítesis de ésta, la "antipoesía".
Sobre los "cuatro grandes", una observación de Bolaño en el catálogo de la exposición Artefactos Visuales de Parra, en Madrid, 2001: "Parra también es crítico literario. Una vez resumió en tres versos toda la historia de la poesía chilena. Son estos: 'Los cuatro grandes poetas de Chile / Son tres / Alfonso de Ercilla y Rubén Darío'".
Shakespeare y Kafka
Después de terminar sus estudios universitarios, Parra enseñó durante varios años matemáticas y física en Chillán.
"Considerad, muchachos, / este gabán de fraile mendicante: / soy profesor en un liceo obscuro, / he perdido la voz haciendo clases. (Después de todo o nada / hago cuarenta horas semanales). ¿Qué les dice mi cara abofeteada?, / ¡verdad que inspira lástima mirarme!", escribiría después en "Autorretrato".
En 1940 se casó por primera vez, con Ana Troncoso, con quien tuvo tres hijos. Luego tendría tres más, con otras dos mujeres.
En 1943 viajó a Estados Unidos a realizar estudios de posgrado en mecánica avanzada, en la Universidad de Brown, y al regresar a su país comenzó a enseñar en la Universidad de Chile.
En 1949, con una beca del Consejo Británico, llegó a Reino Unido con la intención de hacer un doctorado de cosmología en la Universidad de Oxford, que nunca terminó porque, en lugar de centrarse en las matemáticas, dedicó su tiempo a escribir poesía.
Mientras que en EE.UU. había profundizado sus lecturas de Walt Whitman, en Inglaterra se nutrió de la obra de John Donne, William Shakespeare, William Blake, T.S.Eliot, Ezra Pound y Franz Kafka, a quien consideraba su "maestro absoluto".
En 1954, poco después de su regreso de Europa, se publicó en la revista chilena Extremo Sur un conjunto de 20 poemas, que décadas más tarde Parra también excluiría de su Obra Gruesa, los "Ejercicios retóricos", notablemente influidos por Whitman.
También entonces apareció su segundo libro, Poemas y antipoemas, escrito en gran parte en Oxford, que termina con el que muchos consideran su mejor texto, "Soliloquio del individuo".
Aparentemente, Parra pensaba llamar al libro Oxford 1950, pero optó por Poemas y antipoemas luego de ver, en la vitrina de una librería de la ciudad inglesa, un ejemplar de Apoèmes, del escritor francés Henri Pichette, publicado poco antes.
Los 'antipoemas' se caracterizarían, entre otras cosas, por un enfoque narrativo, con frecuencia alrededor de un antihéroe, y un lenguaje primariamente coloquial, en el que se destacan el humor y la ironía.
"Hubo un tiempo en que yo no aceptaba en los antipoemas sino expresiones coloquiales", le dijo a Benedetti.
"El test que aplicaba a una expresión era si podía usar o no en una conversación real; después me tranquilicé un poco y acepté también como elementos vitales las propias creaciones humanas", agregó.
Artefactos visuales
Si entre el lorquiano Cancionero sin nombre y Poemas y antipoemas pasaron casi 20 años, a su segundo libro le siguieron varios más en relativamente rápida sucesión, entre ellos La cueca larga (1958), Versos de salón (1962), Manifiesto (1963), Canciones rusas (1967), Obra gruesa (1969), Artefactos (1972), Sermones y prédicas del Cristo del Elqui (1977), Poesía política (1983) y Hojas de Parra (1985).
Parra también creó numerosas obras visuales, que comenzaron con su participación en el diario mural Quebrantahuesos, junto al poeta Enrique Linh y el cineasta Alejando Jodorowsky, entre otros, en 1952.
Dos décadas después, a partir de la publicación de Artefactos – una caja con tarjetas postales en las que aparecen dibujos, fotografías y textos que, según Parra, son restos de lenguaje resultantes de la desintegración de los 'antipoemas' – realizó trabajos visuales con frecuencia.
En 2006, una exposición llamada Obras Públicas, en el Centro Cultural Palacio de La Moneda de Santiago, reunió muchos de sus 'trabajos prácticos', junto a sus tablitas de Isla Negra y sus divertidas bandejitas de cartón en que se ríe de todo y de todos, desde sí mismo hasta el Papa.
En una de ellas dice: "El Nobel! El Nobel! Esto ya parece el cuento del lobo…", en referencia al elusivo premio para el que fue postulado en varias ocasiones y que nunca recibió.
En su país sí le dieron todos los galardones habidos y por haber, desde el Premio Municipal de Poesía de Santiago, en 1938 y 1955, hasta el Premio Nacional de Literatura, en 1969, y el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda, en 2012.
Fuera de Chile, le otorgaron, entre otros, el Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo, en 1991, el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, en 2001, y el Cervantes, en 2011.
Pero tal vez su mayor reconocimiento fue el impacto que tuvo en otros escritores.
Lo que dijo de él el novelista argentino Ricargo Piglio en una entrevista lo ilustra muy bien:
"Todavía me acuerdo de la tarde en que compré Versos del salón, en la vieja librería Palumbo de la calle 6. Todavía veo el libro en la vidriera, la edición de Nascimiento. Me senté a leerlo en el bar Pérsico, frente al correo, y cuando me levanté era de noche y yo era otro".
La izquierda y la derecha unidas…
En 1969, en momentos en que se esperaba – y a veces se exigía – que los artistas latinoamericanos tomaran posiciones de izquierda, Parra le dijo a Benedetti que aunque la Revolución Cubana le interesaba profundamente y le afectaba mucho lo que estaba sucediendo en Vietnam y en África, él no era un poeta político.
Un año después, gran parte de la izquierda latinoamericana rompió con él luego de que asistiera, junto a otros poetas, a un té ofrecido en la Casa Blanca por la esposa del presidente de Estados Unidos, Richard Nixon. Algo parecido le había pasado a Pablo Neruda por haber visitado EE.UU. en 1966.
Después del golpe militar encabezado por Augusto Pinochet en 1973, Parra, que había apoyado al derrocado gobierno socialista de la Unidad Popular, decidió quedarse en Chile.
Según uno de sus colegas en el Departamento de Estudios Humanísticos de la Universidad de Chile, Parra le dijo que no se iría porque su poesía se nutría de lo que pasaba en su país.
Aunque, según cuentan, en sus clases Parra no hablaba ni a favor ni en contra del gobierno militar, en 1977 el diario La Segunda aseguró que su obra teatral Hojas de Parra era "la más insolente crítica contra nuestro proceso, contra el 11 de septiembre y contra quienes en un supremo esfuerzo sacaron a este país de las garras del marxismo".
Parra abogó por el retorno a la democracia, durante el plebiscito de 1988, en que los chilenos debían elegir si querían o no que Pinochet permaneciera en el poder.
En entrevistas posteriores señaló que, en su opinión, aunque durante el gobierno militar se tomaron varias medidas positivas, fueron "a corto plazo".
"Lo que pasa es que cuando se piensa en Pinochet, también se debe pensar en las atrocidades que se cometieron. Y ante eso hay que ponerse firme. Hay que saber qué pasó, no para vengarnos de nadie, sino que para sacar una lección", le dijo a El Mercurio en 2.001..
Después de todo, fue Parra quien escribió, en uno de sus más memorables Artefactos Visuales, que: "La izquierda y la derecha unidas jamás serán vencidas".
Y sobre la muerte puso en una de sus bandejitas: "Para eso se hizo la muerte. Para medir el trascurso del tiempo".le dijo al Mercurio en 2001.
El poeta también le recordó al entrevistador que él nunca había militado en ningún partido político.
Después de todo, fue Parra quien escribió, en uno de sus más memorables Artefactos Visuales, que: "La izquierda y la derecha unidas jamás serán vencidas".
Y sobre la muerte puso en una de sus bandejitas: "Para eso se hizo la muerte. Para medir el trascurso del tiempo".
Cine, cine, cine, más cine.... s´il vous plâit...que todo en la vida es cine, que todo en la vida es cine, y los sueños.... cine son.
¡
El año acabó pletórico....
Revisioné Io e Te (2012) Bertolucci... iniciática, convulsa, íntima y adicta, tan adicta que mesa. Que te mesa la consciencia más púber y te ofrece sueños sin picos en las estrellas fugaces. Y si además, Muse, Arcade Fire, Red Hot, The Cure, Bowie la arropan... el estruendo holístico es sin par. Una maravilla para hurgar, hurgarse. Para tocar, tocarse.
Para amar, amarse.
Pude encontrar por fin la escalofriante, Las Tortugas también vuelan (2004) de Ghobadi. Me costó muchísimo pero Sant Antoni es un joyero de hilo fino y prenda adusta....
De aquellas películas que deberíamos recordarla cada noche cuando nuestras quejas y problemas se creen el ombligo de nuestro pequeño mundo.
No sabemos lo que tenemos....
Y luego.... Chía, Sonora, Tucson... el puente transocéanico de la más dulce realidad. Volver a vivir, a gozar del azul, de la luz, del azuluz más tierno, tórrido e incipiente....caray vuelan los días y aterrizan las nanas...
Apapáchame.
En V.O. sin cuartelillo, a destajo, on the road Interstellar, Mr. Turner, La sal de la tierra, The Imitation Game... bufff.... esperando el Birdman de mi amado Gozález Iñárritu...
Y los sueños cine son.
Que la vida no tiene guión....
...y la Chía desmenuza el huesescillo de la Papaya.
El año empezó inmejorable, despejado, limpio, sereno, azul y lo mejor, en paz.
Petra: -Al final es siempre la misma historia. ¿Te das cuenta?
Anastasia: -¿Por qué lo dices?
P: -Ellos te animan a que te liberes, que muestres tu verdadera esencia, que te dejes de prejuicios, que te prestes a todo tipo de juegos… Que seas muy puta, como lo definen ellos, aunque los más ñoños no se atrevan a llamarlo así. Y cuando les complaces, te dan la puñalada trapera. Descubres que no te respetan. Te llaman para follar, pero nunca te llaman para ir al cine.
A: -No todos son así.
P: -¿Qué no? Bueno, vale, todos no, sólo la inmensa mayoría. Y los que presumen de progres, los peores. ¿No me digas que no es mucho más rentable hacerte la estrecha, ocultar tu deseo, ir soltando cuerda poco a poco, y, si hace falta, escandalizarte cuando te proponen alguna guarrada, aunque te mueras por probarla…? Por que cómo te noten abiertamente receptiva de entrada -o sea, puta, como dicen ellos-, la has cagado. Te llevan a la cama, eso sí, pero ahí te quedas, ya no les interesarás para otra cosa que no sea eso. Nos ha costado sudor y lágrimas rebelarnos: quebrantamos primero las leyes de los padres, después la del matrimonio. El precio para muchas de nosotras ha sido sacar a nuestros hijos adelante más solas que la una, mendigando la porquería de manutención que el papito paga con retraso por ellos, por que nunca llegas decentemente a fin de mes. Y ahora que los niños han crecido y que ya no te necesitan tanto, y que puedes, por fin, explorar tus deseos, que empiezas a tener tiempo para ti misma, que quieres redescubrir en los hombres al amigo, al compañero, empiezas a pensar que tenían razón nuestras madres y abuelas con esos consejos que te sublevaban. Nos lo advirtieron, nos advirtieron que no nos fiáramos de ellos, que, si les hacías demasiadas concesiones, no te respetarían.
A: -No puedo creer lo que dices. ¿Te has olvidado lo que nos costó abatir nuestros pudores, el inmenso sentimiento de culpa que tuvimos que vencer, las discusiones y los disgustos que hemos aguantado por reivindicarnos libres y libertinas, con deseos propios? Y aquella vez que nos declaramos putas en ese foro de reaccionarios, ¿te acuerdas? Lucimos dignas el estigma de la mujer libre, de la hembra sexualmente autónoma, de la hereje, de la subversiva, de la puta. Resplandecíamos de orgullo. No podemos echar todo eso por la borda. Ya sabíamos que a ellos les acojonaría, que nada volvería a ser igual. Pero mira lo que hemos ganado.
P: -¿Y qué hemos ganado? Además de agotarnos en la lucha, por que es cansino ir por la vida con la espada en ristre, ¿qué demonios hemos ganado realmente? Vale, gozamos como nunca. Nos masturbamos sin complejos. Follamos más y mejor que a los veinte años. Somos capaces de verbalizar nuestras fantasías ¿Y qué? La vida no es sólo sexo. ¿Cuánto hace que no te acarician sin otra pretensión que esa? ¿Cuánto hace que un hombre no te mira amorosamente sin esperar algo a cambio? A ver, ¡dime!
A: -No me lo preguntes, por que no me acuerdo. Sabes muy bien que el sexo es sólo lo más visible del proceso, la punta del iceberg. ¿No será que lo que en realidad quieres es una pareja?
P: -Pues claro que quiero una pareja. Quiero un compañero con quién compartir los sinsabores y las alegrías del día. Alguien que me abrace cuando tenga ganas de llorar. Alguien con quien ver el último estreno de la cartelera y comentar después la peli tomando un café en el bar de la esquina. Alguien con quien irme a Estambul o a Torrevieja, qué sé yo. Alguien que me diga: “qué bien te queda esa falda, nena”. Joder, quiero alguien que me aprecie y se emocione conmigo, no sólo con mi coño. ¿Es que tiene algo de malo desear eso?
A: -No, claro que no tiene nada de malo. ¿Pero sabes dónde está el error?
P: -¿Dónde?
A: -El error está en querer complacerles para que nos quieran o nos aprecien. Pero, sobre todo, el error está en temer su juicio, en seguir creyendo que es importante lo que piensen de nosotras, en dejar que nos sentencien y nos condenen. El día que los hombres descubran que nos importa un carajo que nos acusen de zorras o de estrechas o de lo que sea, ese día habremos ganado la primera batalla, por que nos habremos concedido la dignidad de ser como realmente deseamos ser. Nosotras, no ellos.
Petra, si un hombre no es capaz de quererte y respetarte tal como eres, entonces, ese tío no merece la pena.
P: -¿Quieres decir que para ser cómo queremos ser, vamos a tener que seguir solas?
A: -Es posible.
P: -¡Pues vaya mierda de liberación!
A: -¿Y qué esperabas? ¿Guirnaldas de flores y vítores? Les estamos jodiendo la exclusiva.
Y ahora que ellas, las putadas y sus madres, las de todos nosotros, nuestras putas madres hablen..... y es que nosotros creemos ser amantes de sus hijas.... las mujeres.... y sólo somos meros testigos en ésta hora inocente dónde ella se sienta con la que creyó ser mirada en el umbral de nuestra inconsciencia.
Puros y putos accidentes. Puras y putas casualidades.
Yo siento que fue un uno. Junto al bosque del olvido y bajo la frondosa sombra que bocarriba me despecha el perfume de un manzano en flor, intuyo que mi padre huérfano de madre me deja caer entre la savia de aquella ambrosía que por fin cato día a día, noche en noche, paso a paso.
Tengo sed de ti. Y hambre de tus hojas. Tuve sed de todo y hambre de nada, hasta que tus ojazos se enredaron entre la pulpa del hueso de melocotón y las zurrapas del re-nacimiento de mi gris. El silencio me evoca el traje más elegante que jamás contemplé: tu buena sombra, tu eterna mácula.
Nunca supe que los silencios no pueden calibrarse, un silencio es un silencio, no puede ser mayor o menor que otro; pero tenía la certeza de que aquel silencio era insuperable, era el mayor que nunca hubiera "escuchado" y estaba convencido de que nadie jamás podría encontrar alguno igual.
Mis pisadas sobre las hojas caídas no sonaban, el viento soplaba con fuerza y agitaba las ramas de los árboles pero no se le oía silbar, a su izquierda veía las aguas de un río bajar impetuoso pero no emitía sonido alguno.
Una tormenta silenciosa se presentó de repente. Los rayos se sucedían uno tras otro pero no escuché trueno alguno. La lluvia era tan densa que apenas podía ver unos metros más allá, caía con fuerza, con furia ...pero silenciosa como si de nieve se tratara.
En apenas unos minutos desapareció tan repentinamente como había surgido. Me sentía limpio, liviano, como si aquella tormenta se hubiera llevado todas mis cargas, mis preocupaciones, mis sinsabores, mis pesadillas ...
El agua acumulada en las hojas de los árboles goteaba incesante sobre la hierba ya mojada. Aquella sensación de tranquilidad que la ausencia de sonidos transmitía me impedió darme cuenta que no podía oler la hierba mojada. Me encontraba en medio de un frondoso bosque, junto a un río que parecía acompañarme en el paseo y no escuchaba ningún tipo de sonido ni podía diferenciar ningún tipo de olor.
Aquello me extrañaba pero en ningún momento me asusté, me provocaba una sensación de paz dificil de explicar.
Noté como la niebla empezaba a aparecer. No caía, se levantaba desde el suelo. Hasta mis rodillas, hasta mi cintura ... Algo me hizo levantar la mirada, unos metros más allá ví sus ojazos. Me estaban buscando, lo notaba por sus gestos, suponía que gritaban su nombre pero no las podía oir. Noté que la densa niebla me llegaba ya a los hombros por lo que me acerqué corriendo a ellos.
La niebla me llegó a los ojos y me enroscó por completo, como una sábana. Apenas podía ver nada pero sabía que sus ojazos estaban frente a mi, la sentía, notaba su respiración ... intenté hablarle pero no salío sonido alguno de su boca. Alargué la mano hacia su cara y la toqué ... lloraba, notaba sus lágrimas mientras la acariciaba con ternura.
Se llevó los dedos a la boca para saborear aquellas lágrimas ... eran amargas, lágrimas de tristeza.
Por fin lo comprendió. Supo que aquel sabor intenso, cálido, iba a ser lo último que iba a experimentar.
Esta vez fueron sus propias lágrimas las que llegaron a su boca ... eran dulces, lágrimas de alegría.