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Ícaro, Madrid |
Y ahí, en medio de la mentira y de la verdad, estaba yo, ingenuo, crédulo e incauto; pensando que la palabra es el espejo del pensamiento; que el gesto, un signo de puntuación. Sí, ahí estaba. Las formas de la vida corrían más que mi razón y necesitaba horas para darme cuenta de lo que se escondía tras ellas. Fue entonces cuando descubrí esa otra lengua sin palabras, signos de puntuación ni cortinas, esa lengua como la muerte bajo la que nada se puede ocultar ni los cuerpos, las osamentas ni el alma: el sexo.
Milano, Julio '15
De espaldas.
Como naces a la fertilidad.
Nua.
Siempre de espaldas.
Mientras deshago de cojines las manos, el papel entelado de la alcoba hexagonal da paso a la rendición. Monsieur bidet acude a la rutina, a la vieja costumbre de lloverte bocarriba.
Es la más sabrosa de las liturgias.
El sinfonier se unce en cera, desempolva aquellas pequeñas cajitas de plástico que miman los mejores secretos guardados. Depende qué noche suena áquel, depende cuál el "repeat all". Algunas se entremezclan y siempre nos vencen al sueño. Al profundo.
La lámpara de sal ubica a las formas dulces, a las gónadas en pie de guerra. A la ámbar piedra de tu voluptuosidad, un sinfín de curvas apretadas, de arrozales. Un faro erizado sobre el crepúsculo de la marea pegajosa. El barro. Un desenredo. Un infierno paradisíaco donde la extenuación colma al dos, en sólo uno.
Esa espera. A veces larga, otras efímera, me permite adivinar por los sonidos tras el pestillo que las lentejas sabrán caldosas, a fuego lento... o serán más líquidas, mas livianas.
Disfrutamos haciéndolas.
Nuestra liturgia. Una vez tú, otra yo. Otras los dos.
Comino.
Y el juego del cortejo es el adobe infame que persuade al instinto.
Comino y de espaldas.
El pestillo derrota.
Las velas lloran luz.
"Nocturne" explota.
La alfombra tijeretea la sombra de mis talones.
Y a veces sin tan siquiera chupar de la sal de la lámpara que silba...
...tus uñas toquetean mi punto flaco.
La debilidad de la virginidad.
Y aunque esa cantinela ronronee, la evidencia se enclaustra.
Los relojes se derriten.
De espaldas.
Siempre de espaldas.
Con el pulgar bebiendo.
Y la cabellera peinada de sienes y yemas.
Busco el precipicio.
Y centras la orquesta.
Abres las puertas, los labiox, las sombras y la pulpa de melocotón.
El tercer derrama. El tercer, aflora.
Las lentejas tiernas, tan tiernas como los besos de ajo y los labios de trancebolla.
De espaldas.
Y el festín.
El de los monos.
El primario.
El puro.
Siempre de espaldas.
Espadas en todo lo alto.
Y siempre, siempre, siempre.
Lo mejor está por llegar.
Porque de espaldas al infinito, al más allá, a la pureza....
...entre la sábana y tu espalda.
El corazón nos aguarda para fundir lo que las palabras por inventar no puden disimular, ni evitar.
Los cojines, desterrados.
Las sábanas, jirones.
La lámpara, desencantada.
El cuadro, invisible.
La vela, apagada.
La música, silenciada.
Las lentejas, maravillosas.
Sólo de espaldas el amor, la pasión, el instinto y la pureza adivinan que se cuece de frente.
Y te juro que jamás me comí, adoré, amé y saboreé unas lentejas como las que de espaldas tus manos maceran, crean y enraizan.
¿Será el comino?
¿O el más maravilloso de los caos?
De espaldas.
La cuchara, a nuestros pies.
Londres, invierno '13.
A mi me encantaría mirarte...
pero... no te encuentro
es el gran pecado de esta casa... demasiados pasillos. Tantas corrientes.
¿ En qué habitación dejaste tus fotos?
Las nuestras, empolvadas entre alcanfor y luces difuminadas. Borrosas.
El otro gran pecado es la comida.
Cocinar me relaja y evade. Y la creatividad de las reducciones me enseñó a caminar
con los dedos al hambre.
Da miedo pensar lo poco que conocemos a los que conocemos.
El silencio es la virtud de los locos.
Atarlo... amordazarlo... encerrarlo por que ardo dentro de mí. No estoy cuerdo, estoy loco...no creáis lo que os cuento... no es mentira... tampoco, verdad... pura subjetividad.
Gloriosa pereza de cuerpos... aquí la tengo al fin... parece mentira, es tan bella.
Versailles, Paris primavera '14 (Retoque primavera '15).
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