Los cuatro puntos cardinales son tres: el Norte y el Sur.

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jueves, 14 de enero de 2016

Barcelona Mon Amour

En el meollo de la simiente condal












Llamada vida



Ponerse al margen
asistir a un pan
cantar un himno

menoscabarse en vano
abrogar voluntades
refrendar cataclismos

acompañar la soledad
no negarse a las quimeras
remansarse en el tornado

ir de lo ceñido a lo vasto
desde lo opaco a la centella
de comisión al sueño libre

ofrecerse a lo parco del día
sin morir una hora tras otra
volver a comenzar cada noche

volar de lo distinto a lo idéntico
admirar miradores y sótanos
infligirse penarse concernirse

estar en busca de alma diferida
preparar un milagro entre la sombra
y llamar vida a lo que sabe a muerte.


Ida Vitale




                                        Fotografías tomadas por Hugo e Ícaro. Otoño '15.
                                     Guiño a una petición explícita vía paloma mensajera.
                                                       Al dente. Casi, casi... crudito.






                                                       http://www.museuhistoria.bcn.cat












































martes, 8 de septiembre de 2015

Sebastián Liste

Sebastián Liste









Sebastián Liste es un fotógrafo levantino (nacido en 1985 en Alicante, actualmente reside en Río de Janeiro, Brasil) que, sociólogo de formación, se comunica mediante fotografías. Actualmente es uno de los jóvenes fotorreporteros mejor valorados y más premiados de España. 

http://lab.rtve.es/fotografos-world-press-photo-2013/sebastian-liste.html



Biografía

Sebastián Liste es licenciado en Sociología en la UNED e hizo un master en Fotoperiodismo en laUniversidad Autónoma de Barcelona. Trabaja los variados aspectos de la vida contemporánea en América Latina y en el área mediterránea, regiones donde se crió y que conoce bien. En la actualidad vive entre Brasil y España.
Para cuando Sebastián terminó sus estudios universitarios, había visitado ya más de 20 países, entre ellos Laos, Etiopía, México, Malí, Cuba o Nepal, donde creó proyectos de comunicación visual basados en un conocimiento profundo de la realidad social.
En sus proyectos a largo plazo explora los cambios culturales que se producen en nuestro mundo contemporáneo. Sus historias personales e íntimas fluctúan desde la documentación de la vida cotidiana de diversas comunidades que luchan por sobrevivir hasta la historia de su propia familia.
En 2010, mientras asistía al Máster en Fotoperiodismo en la Universidad Autónoma de Barcelona, ​​que ganó la beca Ian Parry por su proyecto a largo plazo Urban Quilombo, que retrata las condiciones de vida extrema de decenas de familias que convirtieron una fábrica de chocolate abandonada en su hogar, en Salvador de Bahía, Brasil. Ese mismo año fue nombrado el fotógrafo editorial joven del año en los Premios Lucie en Nueva York.
Desde entonces, su trabajo ha aparecido en TIME Magazine, The Sunday Times Magazine, Burn Magazine, L’Expresso, Japan Days, Photo District News, Private Photo Review, The British Journal of Photography, Daylight Magazine, GUP Magazine y Hotshoe Magazine, entre otras publicaciones.

Su obra ha sido reconocida internacionalmente por POYi, The Overseas Press Club of America, Sony World Photography Organisation, NPPA, Lucie Awards, PDN Photo Annual, Paris PX3, Anthropographia Human Rights Award, Daylight/CDS Awards, CENTER Awards, Freelens Awards, The PGB Awards, Renaissance Prize, Terry O’Neill Award y otros.
En 2011 fue seleccionado para participar en la 18th World Press Photo Joop Swart Masterclass en Ámsterdam. Y recientemente, en el 2012, ha ganado el Premio Remi Award Ochlik en Perpiñán, elCommunity Awareness Award  en POYi, ha sido elegido uno de los 30 fotógrafos de PDN 30, y ha recibido una Mención en el Olivier Rebbot Award. Además, ha obtenido una beca Magnum Emergency Fund Grant y un Getty Grant for Editorial Photography para desarrollar su nuevo proyecto en la Amazonia brasileña.
Su trabajo ha sido expuesto por todo el mundo, y sólo en el 2012 su obra se ha mostrado en Visa pour l’Image (Francia), Look3 Festival of the Photograph (EEUU), ImageSingulieres Festival (Francia),Galerie de l’Instant (Francia), Lumix Festival for Young Photojournalism (Alemania), Festival Fotoleggendo (Italia) y en el festival SCAN en Tarragona.
Su obra forma parte de la colección permanente de la Fundación Sorique, en Lleida, y de la Maison de l´Image Documental en Sete, Francia.
Sebastian Liste es desde 2014 miembro de la agencia NOOR.
















Sebastián Liste
Getty Images

"UrBAN QUILOMBO"


fotos tomadas en salvador de bahía, brazil (2010-2011)
http://www.poyi.org/69/46/winner_36.php

lunes, 30 de marzo de 2015

Zoótropo

Ícaro








Sin parangón.

El laberinto con sabor a coco. La jaula de la lengua y las alas, pestañas. Largas como una mirilla rema a un universo forjado en silencios. Tan largas como el periscopio de sus manos mordidas. Sonidos guturales, preñados de cariño y gestos prendados de amor puro, oleosos. Viscosos, profusos. El muchacho del noventa y siete, apuraba la cuchara. Lamía sus bordes y fornicaba con sus encías lo hondo. Desincrustaba cualquier enzima que osara quedar.

La fuente de la inspiración. El adoquín. El cuenco de unas manos. Las imágenes. Hipérbole. La argamasa, fresada. El mosaico y la luz vidriera de algún rayo de sol perdido.... Su vista muy cansada, fijada en el sueño que de noche corretea por el desvelo...

La abstracta pincelada de sus besos succionados y los labios fresones, esporas de otro crepúsculo cotidiano. Una rutina, una costumbre. Un hilo sutil, concatenado a ese ritmo endemoniadamente sereno que las imágenes quietas aceleran cuando los espejos juegan con los reflejos y ellos con los demás espejos...

El barro nuncio. La terracota sucia. El parquet crujiente y el taburete volador. Una patena ayer, ahora y mañana. Una patena tan noble e inocente que nadie podría cuestionar si la madera es más poderosa que el becerro de oro. La espiral de un recuerdo sordo, mudo. Los columpios del viento y el polvo de unas huellas invisibles. El laberinto de coco fundido al yunque de sus párpados hinchados y que alegran sus largas.... pestañazas como caricias eternas y frondosas en la selva negra de su cabaña voladora...

Cubismo ingrato. Encriptado placebo. Risa franca, explícita, sonora... contagiosa. Atronadora.

Sin parangón.

El amor es él.

Amar es comprenderle, guiarlo, aprehenderlo, disfrazarlo de verdad cuando no sabe que son las mentiras. Amor es mimarlo, cuidarlo, desandarle, mostrarle la partitura del buen camino cuando corretea por el cielo protector...y no adivina qué calles existen y aceras cruzan. Qué mundo es simiente y cuál averno.

Amarle es sentir que el alquitrán es hierba fresca, la hierba... mar y el mar un laberinto de coco acuoso. Un juego de barros para niños ancianos...

Sin semáforos, sin cebras ni hormigax voladoras. Sin miedos, ni luces guía... Sólo el faro de su presencia. La orilla de un océano sin nombre ni descubridores que le bauticen....

De frente, de bruces, de repente, de nada. De cara, de alma, de ternura y mimo.

Su camino es un zoótropo hasta el infinito y más alla....

Parece un sinsentido pero tiene más del que la imaginación macera.

Es vida, la suya.

Es su hermoso y duro camino. Eterno.

La casita del amor sin laberinto... y con paredes de coco y chimenea por dónde a cada anochecer Mary Poppins le pone charcos a los zancos de su sonrisa....

Un reto.

Que el parangón le haga feliz. Tanto, que siga creciendo dónde el silencio grita su nombre y el recuerdo mesa sus largas...















Ícaro


Ícaro



Ícaro








lunes, 5 de enero de 2015

Tres cielos en una tierra. Una tierra, sin cielo.

Todo empieza como cuando era chico:

"Queridos reyes magos:


A ella la ví nacer, y no crecer.

A ellos los ví nacer, y crecer.

Ella está lejos, tierra, faro, orilla, mundo.

Agua, luz, aire, barro; también lo están.

El vacío es inaguantable.

Y estos últimos meses han sido más que duros. Queratinan. Consumen. Difuminan.

Hice del sayo del dolor mi cotidianidad, convivir con el amor huérfano, con lo auténtico lesa hasta creer que nada importa. Te acostumbras a esa rutina mortecina. A ese duelo fraticida. A esa espina que sabe que una rosa pura perfumada de ausencia deshiela las vanas, ya, esperanzas de volver a sentir la pasión que movía nuestros días, cada noche, toda una vida.

Sólo voy a pediros en este noche tan especial, donde la ilusión y los sueños cobran vida dos pequeñas grandes cosas para todos ellos, salud y felicidad.

Salud y felicidad para mis tres cielos y mi tierra.

Salud para que puedan crecer felices, esté ya o no esté... que sean buenas personas.

Felicidad para que encuentren sentido a sus pasos, a sus vidas.

Que no les hagan daño, ni lo hagan.

Que puedan encontrar el azuluz.

Que sepan tener respeto, paciencia y amor auténtico para quienes merecen su confianza y para quién no la merezca, también.

Yo he pagado carísimos mis pecados.

Mis tormentos, mi monstruosidad.

Ahora que todo toca a su fin, que pronto iré allá donde el sol cura miel y procura cera eterna, quiero darle un fuerte abrazo a mi sangre incluida también a ella.

Ella, que sin ser cielo, fue mi vida.

Mi vida entera.

Le hice mucho daño, tanto que de aquel amor eterno ahora encontramos el vacío en la ausencia.

Siempre desearé que seas feliz, con todo mi corazón.

No supe esperar, ni tener paciencia, ni respetar aquello que nos consumió.

Tienes aquella pequeña llave de mi corazón. Cuídala, por favor.

Ecya, siempre ecya, serás lo más puro junto a mis tres cielos que la vida me ofreció.

Salud y felicidad, os deseo de corazón, a los cuatro, a mi sangre, a todos.

A veces la hora inimaginable adelanta su paso, sus huellas. Presientes como te toma la mano del corazón y abre sus puertas ancestrales.

Y sólo te pido que me recuerdes con cariño, como cuando aún creíamos que el uno era la fecha de nuestro nacimiento.

Sé que mis tres cielos así lo harán.

Pero sólo espero que, tú, mi tierra también.

Sed felices, de corazón y amaros como cuando vuestras miradas me lo decían todo sin palabra alguna.

Oro, incienso y mirra.

Ceniza del aceite de la vida."



Pero ya no acabará como cuando de niño creía en el hechizo de los sueños.

Siempre se despierta uno, o te despiertan.

Cerraré mis ojos... ya sin pestañas, ni imágenes. Sin tierra, ni luz. Sin azul, sin la tierra prometida.

Sin nada.

Sin aire.

Tres cielos en una tierra. Una tierra, sin cielo.



lunes, 22 de septiembre de 2014

Los perros, cierto, ladran a quien no conocen







Fotografías Ana Rubio & Ícaro


















Sucio, mal vestido 



En el camino de los perros mi alma encontró
a mi corazón. Destrozado, pero vivo,
sucio, mal vestido y lleno de amor.
En el camino de los perros, allí donde no quiere ir nadie.
Un camino que sólo recorren los poetas
cuando ya no les queda nada por hacer.
¡Pero yo tenía tantas cosas que hacer todavía!
Y sin embargo allí estaba: haciéndome matar
por las hormigas rojas y también
por las hormigas negras, recorriendo las aldeas
vacías: el espanto que se elevaba
hasta tocar las estrellas.
Un chileno educado en México lo puede soportar todo,
pensaba, pero no era verdad.
Por las noches mi corazón lloraba. El río del ser, decían
unos labios afiebrados que luego descubrí eran los míos,
el río del ser, el río del ser, el éxtasis
que se pliega en la ribera de estas aldeas abandonadas.
Sumulistas y teólogos, adivinadores
y salteadores de caminos emergieron
como realidades acuáticas en medio de una realidad metálica.
Sólo la fiebre y la poesía provocan visiones.
Sólo el amor y la memoria.
No estos caminos ni estas llanuras.
No estos laberintos.
Hasta que por fin mi alma encontró a mi corazón.
Estaba enfermo, es cierto, pero estaba vivo. 



Roberto Bolaño















lunes, 15 de septiembre de 2014

Que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu mano derecha

Fotografía: John Crosley





Cruzó aquel rail sin agujas.

Era un trayecto eterno.

No habían piedras que sujetaran los tornillos de acero. Ni maderos de vetas vivas, ni travesaños redoblados y redomados, ni siquiera acero ardiente, licuado que al dilatarse sujetara la inercia.

No había nada.

Nadie.

Sólo una vía desnuda. A la intemperie de la diestra.

Acunaba al Norte.

Mecía al Sur.

Peinaba esa noche que se postraba rotunda. Esa noche de lágrimas vivas. Ese escorpión que moraba en el zarzal de su angustia.

Había decidido dar ese terrible paso.

Primero su pierna izquierda, después encaramándose... el vientre descorazonado, a posteriori la barbilla, la derecha quedaba atrás colgada del hilo de vida y su espalda enmudecía al sudor del empuje. Ya no tenía miedo. Había perdido el respeto al futuro. Nada le ataba, nadie le lazaba.

Había comprendido, asimilado, ubicado en su cojo corazón lo que su mente, su cotidiana vida durante meses le había negado. Ahora nada perecía, y nadie parecía.

Estaba solo.

Por primera vez en su vida se había sentido así. Sin mañana. Y sentado en el claustro de aquella vieja estación, deambulando por donde las sombras se carcajean y los pequeños sonidos, quebrados, arrojadizos chirrían hablaba para consigo mismo. Pretendía escuchar lo que no se inventa para despertar al sentido, a la razón.

El diálogo era manco.

La palabra sorda.

El raciocinio, una estrella perpetua.

El mador gélido.

Los harapos, ubres de charcos de cristales.

Amamantándose de aquel último suspiro, se despedía de el Norte, de el Sur, de su pequeña esteoeste.

La pureza le había carcomido la fé.

Y sabía que desapareciendo en aquel tren, nadie le recordaría. Nadie lo echaría en falta. No tenían sentido las manecilla, el próximo despertar, esa misma noche. Cada gota de vida que manchaba las esperanzas derramaba coletazos como los de la última piedra que construye un deseo de aire.

Dejó la pequeña llave al sueño de su segunda madre.

Una llave maestra para nexo de generaciones que en vidas distintas correteaban con el mismo sanguinolento y rojizo plasma.

Sus cuatro cosas, su único legado para el recuerdo se troncharían burlescas.

Sus harapos y su bozal para la dehesa de los sin nombre.

Alcanzó lo alto del muro.

La vía le susurraba, la estación era un cielo de paz. Sin perfume. Aséptica. Los railes, las piedras, el acero se convirtieron en olas de algodón y en nubes de profundo sueños. Sugestivas y vanidosas dueñas del negro párnaso.

Por fin, decidió alzar la derecha.

Se elevaba por encima de la nada y el todo le invocaba.

Ya mañana no sería peor.

Ni al alba imploraría profundo sueño.

Acababa de despedirse de todo lo que tuvo y de la nada que fue destruyéndole.

Y esta siniestra noche de manos blancas y sábanas arenosas le esputaba en el rostro, para recordarle que las promesas se mienten cuando por encima de uno mismo no hay más que nadie.

Era el coraje por acabar con todo para coexistir.

O la miseria de proseguir para acabarse de consumir en veloz olvido.

Mientras tuviera claro que ese vuelo saltaba a la inmensidad del recuerdo, su mano izquierda sin temblar ni zozobrar, si no firme y fraternal se despedía de la derecha, huérfana y débil; angustiada y lesa.

Se rozaron, se besaron las palmas.

Se tocaron por primera vez sin reprocharse ni siquiera cual de ellas acabaría por de dejar de sentir a su alma gemela, y recordaron cada uno de aquellos buenos momentos en la montaña del Sinaí.

Cerraron los dedos, sin apretar... sosteniendo.

Cerraron sus ojos, mirando de bruces a la oscuridad más luminosa.

Cerraron las palmas y el último vestigio, el más sincero chasquido las unió por siempre.

Ya nunca más sabrían que hacia la una y la otra.

Ya nunca jamás la luna le recordaría que hay una pequeña luz de esperanza en la oscuridad más salvaje e inhumana.

Y de repente, sin pensarlo, sin dudarlo, la izquierda, la derecha, el lazo y el mundo se acabaron allá donde la paz no espera sonrisas, si no una vida tranquila.

Ya nada, ni nadie le esperaría.

Ya era hora de dormir a una vida entera.







´´´´

martes, 4 de diciembre de 2012

Derek Walcott


Fotografía: Cristina Bechir




Poemas


D e s e n l a c e
Yo vivo solo
al borde del agua sin esposa ni hijos.
He girado en torno a muchas posibilidades
para llegar a lo siguiente:

una pequeña casa a la orilla de un agua gris,
con las ventanas siempre abiertas
hacia el mar añejo. No elegimos estas cosas.

Mas somos lo que hemos hecho.
Sufrimos, los años pasan,
dejamos caer el peso pero no nuestra necesidad

de cargar con algo. El amor es una piedra
que se asentó en el fondo del mar
bajo el agua gris. Ahora, ya no le pido nada a

la poesía sino buenos sentimientos,
ni misericordia, ni fama, ni Curación. Mujer silenciosa,
podemos sentarnos a mirar las aguas grises,
y en una vida inmaculada
por la mediocridad y la basura
vivir al modo de las rocas.
Voy a olvidar la sensibilidad,
olvidaré mi talento. Eso será más grande
y más difícil que lo que pasa por ser la vida.
 




En los otros ochenta, cien veranos que marcharon...
En los otros ochenta, cien veranos que marcharon
como la luz de un paraíso doméstico, la idea del cielo
de un hedonista era el aparador de una cocina francesa,
manzanas y garrafas de arcilla de Chardin a los Impresionistas,
el arte era une tranche de vie, queso o pan horneado en casa-
la luz, en su opinión, era lo mejor que el tiempo ofrecía.
El ojo era la única verdad, y aquello que atraviesa
la retina se desvanece al amanecer; la profundidad de nature morte
era que la propia muerte es sólo otra superficie
como el lienzo, pues pintar no puede capturar el pensamiento.
Cien veranos que se fueron, con el acordeón que hace olas,
faldas almohadilladas, grupos en botes, golpes blancos como zinc en el agua,
muchachas cuyas mejillas ruborizadas no sobrevivieron a sus rosas.
Entonces, como tubos desecados, los soldados retorcidos
se amontonaron en el Somme y Verdun. Y los muertos
menos reales que una explosión fatal de crisantemos,
idéntico carmesí para la naturaleza muerta y la matanza
de jóvenes. Tenían razón -todo le vale
al pintor con su caballete puesto como un fusil en los hombros.



 
E l   a m o r   d e s p u é s   d e l   a m o r
 



El tiempo vendrá
cuando, con gran alegría,
tú saludarás al tú mismo que llega
a tu puerta, en tu espejo,
y cada uno sonreirá a la bienvenida del otro,
y dirá, siéntate aquí. Come.
Seguirás amando al extraño que fue tú mismo.
Ofrece vino. Ofrece pan. Devuelve tu amor
a ti mismo, al extraño que te amó
toda tu vida, a quien no has conocido
para conocer a otro corazón,
que te conoce de memoria.
Recoge las cartas del escritorio,
las fotografías, las desesperadas líneas,
despega tu imagen del espejo.
Siéntate. Celebra tu vida.


















Fotografías: Antía Moure











viernes, 5 de octubre de 2012

Angostura

Stuart Ruel


Mishima, en sus Confesiones de una máscara, escribió: “… Aquel día, en el instante en que mi vista se posó en el cuadro, todo mi ser se estremeció de pagano goce. Se me levantó la sangre y se me hincharon las ingles como impulsadas por la ira. Aquella parte monstruosa de mi ser que estaba a punto de estallar esperó que la utilizara, con un ardor sin precedentes, acusándome por mi ignorancia, jadeando indignada. Mis manos, de forma totalmente inconsciente, iniciaron unos movimientos que nadie les había enseñado. Sentí que algo secreto y radiante se elevaba, con paso rápido, para atacarme desde dentro de mí. De repente estalló y trajo consigo una cegadora embriaguez. […] Ésa fue mi primera eyaculación. Y también el principio, torpe y totalmente imprevisto, de mi “vicio”.

...

Y así, mientras él le descordaba los lazos a los nudos.

Desnudando a la máscara por las orejeras. Y a los ojos de sus pestañas.

..Aquel día, cuando el "uno" se engalanó de bermellón esplendor, de angostura acre y resinosa... el vicio se adormiló entre el muérdago del espanto y la hiedra lúgubre.

Desde el "Borrás", la estampa resultó ser primorosa. mi ignorancia, mi supino desconocimiento se han adornado de lealtad y fidelidad inquietante, sin tirabuzones... tan sólo de aquello que hasta hace cuarenta y dos marzos no supe desbaratar. Resulta revelador, nacemos para amar y nos consumimos en el intento, restaña agotador y locuaz, mi último descubrimiento agnóstico es que sin tocar se puede gozar hasta las trancas y desde ellas las trampas ni llevan máscara, ni se dejan rozar, ni quieren varar. El verdadero goce es el roce del silencio con el placer de su vientre.

Todo resulta inquietante y creciente cuando dejamos que se abra la fé de par a impar.

Y así, mientras ella le descordaba los nudos, los lazos crecían.










lunes, 9 de julio de 2012

Les chambres, 4.



Fotografía: Rene Guneriussen









Aquel día en que te había perdido y hablo de ello
En otro lugar tanto otro lugar siempre en otro lugar decir en otro lugar
como quien grita ay un huir
de codornices

Digo otro lugar cada tres palabras No lo habréis observado
Por cualquier cosa bajo insolentes pretextos de asonancia
El pregón del sillero por la calle o
En mí En otro lugar está en mí me pierdo en él Sería necesario
Reagrupar todos esos ruidos de mí mismo esas
Misteriosas palabras tachadas tiznadas ahogadas en un cuaderno
Por ejemplo o bien hojas en un cajón que se encontrarán
quién sabe
Yo muerto o vivo incluso desdibujado poco a poco manchado despedazado
por las arrugas para
Notificar a la carne que nada cuenta o más aún
este hombre
Aún
Una tachadura
Todo lo que habré dicho inacabado esos comienzos esos
relámpagos vistos
Qué tenía en la cabeza que
se desvaneció
Aquel día en que había perdido

Y el recuerdo vuelve con tanta violencia
En mitad de la noche un sueño No nada de un sueño
La evidencia de que uno se levanta
En mitad de la noche por las habitaciones en sombra
Espesa en que los muebles ya no están en su lugar jamás
Nunca en su lugar
Siguiendo una luz oscuramente oscura hasta
Este lugar de escribir y los lápices esparcidos esas cosas de tinta y
de espanto
Y el papel apresuradamente sucio arrugado tirado a la papelera
Ah qué hemos qué he hecho de nosotros la palabra nosotros
en mi boca de rodillas

Aquel día en que te había perdido

Busco a ciegas ese laberinto de horas ese infierno
Tranquilo un día de sol me parece y no es
Seguro no es nada seguro no sé ya casi nada de esta noche anterior
Por la mañana palpo una mañana gris en ese gran cielo de vidrio
Al final de los finales había dormido solo cedido solo al sueño
Una mañana gris en el taller devastado de ti


Objetos
Estúpidos el armario abierto
No existe la
Más pequeña
razón para cerrar el armario
Una cosa
caída

Aquella noche en que te había perdido

Cuándo se levantó aquel día por qué se
Levantó veo
la habitación enorme y vacía donde todo
Está disperso de ti desgarrado de ti devastado Me he
Sentado como una ruina en el confín del mundo
A la que jamás le será dada respuesta
En los escalones acurrucado en los escalones de mí mismo
No ver más el desván la cama reventada las sábanas
Colgantes

Pero cómo por dónde se levantó por dónde se levantó aquel día
Brumoso y gris desierto mudo aquel día ciego y vacío

Pero cómo se alzó de mí sobre mí aquel día sin día inmenso y blanco
Aquel día sin más palabra que el ruido ínfimo en la puerta donde
alguien deposita
Una botella de leche abro arranco esa puerta
Arranco esa puerta de sus goznes
Ya no hay nadie Pasos en la escalera Nadie más
Que una botella de leche

Aquel día en que te había perdido


Todo un día ante mí su puerta abierta donde nadie lee
el destino
Todo un día de mil y mil detalles olvidados
inolvidablemente
Todo un día que comienza desde su herida y yo ignoraré
siempre
Si tuve frío si tuve hambre si tuve pena si

Ah moverse por qué moverse cambiar de lugar irse
descender al fondo del agujero es qué tengo
Necesidad de moverme de mirar la botella y el desorden
Durante todo un día y cómo el cielo ha osado cambiar
No sé siquiera si es aquí o es allá dónde ha cambiado el gris menos
gris un verdadero
Insulto y todos los gestos maquinales maquinalmente hechos
Había sol en otro barrio de la ciudad
Fantásticamente vacía nunca se sabe cuánto una ciudad puede
Estar vacía
Y sin palabras No hubiera
Creído jamás a París capaz de esto
Capaz de aquel día

Aquel día en que te había perdido

Aquel día aquel día
No era yo más que un hombre de basura
Un ser tirado como una lata vacía un
Desperdicio la corteza
Nauseabunda de un melón e incluso los ruidos
Eran para mí el silencio
Reinaba sobre París
Aquel silencio de ti
Ese extraño silencio interior en el que los
Transeúntes tienen aires de peces sordos
Nadie
No hay nadie en sitio alguno
más que unos pasos por la mantequilla

Por qué es mejor aquí que allá por qué partir
por qué quedarse
Llevo un buen rato mirando al barrendero al
Barrendero en la calle
Campagne-Première
El baile en otro lugar
Habíamos hecho la guerra juntos
La primera

Nada hay tan singular como un barrendero Conocer
A un barrendero Quién habla
Al barrendero Quién se para con él
Diciendo palabras de hombre al barrendero
Quién le cuenta
al barrendero
cómo llovía
En mil cuatrocientos quince el día de Azincourt
Quién soñaría en contarle la muerte de Patroclo entre
lágrimas
Los periódicos corren por la cuneta a lo largo de la acera
Tampoco al barrendero le conté mi pena
Era un día como cualquier otro un día sin pájaros

Aquel día aquel día agujereado en que te había perdido



Louis Aragon