Amé en aquella mirada lo que había de sospecha. Y el miedo de las cosas tenía en aquel espejo la ilusión de disentir del futuro. Contacto: jrubaz@hotmail.com
Los cuatro puntos cardinales son tres: el Norte y el Sur.
Llamada vida Ponerse al margen asistir a un pan cantar un himno menoscabarse en vano abrogar voluntades refrendar cataclismos acompañar la soledad no negarse a las quimeras remansarse en el tornado ir de lo ceñido a lo vasto desde lo opaco a la centella de comisión al sueño libre ofrecerse a lo parco del día sin morir una hora tras otra volver a comenzar cada noche volar de lo distinto a lo idéntico admirar miradores y sótanos infligirse penarse concernirse estar en busca de alma diferida preparar un milagro entre la sombra y llamar vida a lo que sabe a muerte.
Ida Vitale
Fotografías tomadas por Hugo e Ícaro. Otoño '15. Guiño a una petición explícita vía paloma mensajera. Al dente. Casi, casi... crudito.
Sebastián Liste es un fotógrafo levantino (nacido en 1985 en Alicante, actualmente reside en Río de Janeiro, Brasil) que, sociólogo de formación, se comunica mediante fotografías. Actualmente es uno de los jóvenes fotorreporteros mejor valorados y más premiados de España. http://lab.rtve.es/fotografos-world-press-photo-2013/sebastian-liste.html
Biografía
Sebastián Liste es licenciado en Sociología en la UNED e hizo un master en Fotoperiodismo en laUniversidad Autónoma de Barcelona. Trabaja los variados aspectos de la vida contemporánea en América Latina y en el área mediterránea, regiones donde se crió y que conoce bien. En la actualidad vive entre Brasil y España.
Para cuando Sebastián terminó sus estudios universitarios, había visitado ya más de 20 países, entre ellos Laos, Etiopía, México, Malí, Cuba o Nepal, donde creó proyectos de comunicación visual basados en un conocimiento profundo de la realidad social.
En sus proyectos a largo plazo explora los cambios culturales que se producen en nuestro mundo contemporáneo. Sus historias personales e íntimas fluctúan desde la documentación de la vida cotidiana de diversas comunidades que luchan por sobrevivir hasta la historia de su propia familia.
En 2010, mientras asistía al Máster en Fotoperiodismo en la Universidad Autónoma de Barcelona, que ganó la beca Ian Parry por su proyecto a largo plazo Urban Quilombo, que retrata las condiciones de vida extrema de decenas de familias que convirtieron una fábrica de chocolate abandonada en su hogar, en Salvador de Bahía, Brasil. Ese mismo año fue nombrado el fotógrafo editorial joven del año en los Premios Lucie en Nueva York.
Desde entonces, su trabajo ha aparecido en TIME Magazine, The Sunday Times Magazine, Burn Magazine, L’Expresso, Japan Days, Photo District News, Private Photo Review, The British Journal of Photography, Daylight Magazine, GUP Magazine y Hotshoe Magazine, entre otras publicaciones.
Su obra ha sido reconocida internacionalmente por POYi, The Overseas Press Club of America, Sony World Photography Organisation, NPPA, Lucie Awards, PDN Photo Annual, Paris PX3, Anthropographia Human Rights Award, Daylight/CDS Awards, CENTER Awards, Freelens Awards, The PGB Awards, Renaissance Prize, Terry O’Neill Award y otros.
En 2011 fue seleccionado para participar en la 18th World Press Photo Joop Swart Masterclass en Ámsterdam. Y recientemente, en el 2012, ha ganado el Premio Remi Award Ochlik en Perpiñán, elCommunity Awareness Award en POYi, ha sido elegido uno de los 30 fotógrafos de PDN 30, y ha recibido una Mención en el Olivier Rebbot Award. Además, ha obtenido una beca Magnum Emergency Fund Grant y un Getty Grant for Editorial Photography para desarrollar su nuevo proyecto en la Amazonia brasileña.
Su trabajo ha sido expuesto por todo el mundo, y sólo en el 2012 su obra se ha mostrado en Visa pour l’Image (Francia), Look3 Festival of the Photograph (EEUU), ImageSingulieres Festival (Francia),Galerie de l’Instant (Francia), Lumix Festival for Young Photojournalism (Alemania), Festival Fotoleggendo (Italia) y en el festival SCAN en Tarragona.
Su obra forma parte de la colección permanente de la Fundación Sorique, en Lleida, y de la Maison de l´Image Documental en Sete, Francia.
Sebastian Liste es desde 2014 miembro de la agencia NOOR.
Sebastián Liste Getty Images "UrBAN QUILOMBO" fotos tomadas en salvador de bahía, brazil (2010-2011) http://www.poyi.org/69/46/winner_36.php
El laberinto con sabor a coco. La jaula de la lengua y las alas, pestañas. Largas como una mirilla rema a un universo forjado en silencios. Tan largas como el periscopio de sus manos mordidas. Sonidos guturales, preñados de cariño y gestos prendados de amor puro, oleosos. Viscosos, profusos. El muchacho del noventa y siete, apuraba la cuchara. Lamía sus bordes y fornicaba con sus encías lo hondo. Desincrustaba cualquier enzima que osara quedar.
La fuente de la inspiración. El adoquín. El cuenco de unas manos. Las imágenes. Hipérbole. La argamasa, fresada. El mosaico y la luz vidriera de algún rayo de sol perdido.... Su vista muy cansada, fijada en el sueño que de noche corretea por el desvelo...
La abstracta pincelada de sus besos succionados y los labios fresones, esporas de otro crepúsculo cotidiano. Una rutina, una costumbre. Un hilo sutil, concatenado a ese ritmo endemoniadamente sereno que las imágenes quietas aceleran cuando los espejos juegan con los reflejos y ellos con los demás espejos...
El barro nuncio. La terracota sucia. El parquet crujiente y el taburete volador. Una patena ayer, ahora y mañana. Una patena tan noble e inocente que nadie podría cuestionar si la madera es más poderosa que el becerro de oro. La espiral de un recuerdo sordo, mudo. Los columpios del viento y el polvo de unas huellas invisibles. El laberinto de coco fundido al yunque de sus párpados hinchados y que alegran sus largas.... pestañazas como caricias eternas y frondosas en la selva negra de su cabaña voladora...
Amar es comprenderle, guiarlo, aprehenderlo, disfrazarlo de verdad cuando no sabe que son las mentiras. Amor es mimarlo, cuidarlo, desandarle, mostrarle la partitura del buen camino cuando corretea por el cielo protector...y no adivina qué calles existen y aceras cruzan. Qué mundo es simiente y cuál averno.
Amarle es sentir que el alquitrán es hierba fresca, la hierba... mar y el mar un laberinto de coco acuoso. Un juego de barros para niños ancianos...
Sin semáforos, sin cebras ni hormigax voladoras. Sin miedos, ni luces guía... Sólo el faro de su presencia. La orilla de un océano sin nombre ni descubridores que le bauticen....
De frente, de bruces, de repente, de nada. De cara, de alma, de ternura y mimo.
Su camino es un zoótropo hasta el infinito y más alla....
Parece un sinsentido pero tiene más del que la imaginación macera.
Es vida, la suya.
Es su hermoso y duro camino. Eterno.
La casita del amor sin laberinto... y con paredes de coco y chimenea por dónde a cada anochecer Mary Poppins le pone charcos a los zancos de su sonrisa....
Un reto.
Que el parangón le haga feliz. Tanto, que siga creciendo dónde el silencio grita su nombre y el recuerdo mesa sus largas...
"Queridos reyes magos: A ella la ví nacer, y no crecer. A ellos los ví nacer, y crecer. Ella está lejos, tierra, faro, orilla, mundo. Agua, luz, aire, barro; también lo están. El vacío es inaguantable. Y estos últimos meses han sido más que duros. Queratinan. Consumen. Difuminan. Hice del sayo del dolor mi cotidianidad, convivir con el amor huérfano, con lo auténtico lesa hasta creer que nada importa. Te acostumbras a esa rutina mortecina. A ese duelo fraticida. A esa espina que sabe que una rosa pura perfumada de ausencia deshiela las vanas, ya, esperanzas de volver a sentir la pasión que movía nuestros días, cada noche, toda una vida. Sólo voy a pediros en este noche tan especial, donde la ilusión y los sueños cobran vida dos pequeñas grandes cosas para todos ellos, salud y felicidad. Salud y felicidad para mis tres cielos y mi tierra. Salud para que puedan crecer felices, esté ya o no esté... que sean buenas personas. Felicidad para que encuentren sentido a sus pasos, a sus vidas. Que no les hagan daño, ni lo hagan. Que puedan encontrar el azuluz. Que sepan tener respeto, paciencia y amor auténtico para quienes merecen su confianza y para quién no la merezca, también. Yo he pagado carísimos mis pecados. Mis tormentos, mi monstruosidad. Ahora que todo toca a su fin, que pronto iré allá donde el sol cura miel y procura cera eterna, quiero darle un fuerte abrazo a mi sangre incluida también a ella. Ella, que sin ser cielo, fue mi vida. Mi vida entera. Le hice mucho daño, tanto que de aquel amor eterno ahora encontramos el vacío en la ausencia. Siempre desearé que seas feliz, con todo mi corazón. No supe esperar, ni tener paciencia, ni respetar aquello que nos consumió. Tienes aquella pequeña llave de mi corazón. Cuídala, por favor. Ecya, siempre ecya, serás lo más puro junto a mis tres cielos que la vida me ofreció. Salud y felicidad, os deseo de corazón, a los cuatro, a mi sangre, a todos. A veces la hora inimaginable adelanta su paso, sus huellas. Presientes como te toma la mano del corazón y abre sus puertas ancestrales. Y sólo te pido que me recuerdes con cariño, como cuando aún creíamos que el uno era la fecha de nuestro nacimiento. Sé que mis tres cielos así lo harán. Pero sólo espero que, tú, mi tierra también. Sed felices, de corazón y amaros como cuando vuestras miradas me lo decían todo sin palabra alguna. Oro, incienso y mirra. Ceniza del aceite de la vida."
Pero ya no acabará como cuando de niño creía en el hechizo de los sueños.
Siempre se despierta uno, o te despiertan.
Cerraré mis ojos... ya sin pestañas, ni imágenes. Sin tierra, ni luz. Sin azul, sin la tierra prometida.
Sucio, mal vestido En el camino de los perros mi alma encontró a mi corazón. Destrozado, pero vivo, sucio, mal vestido y lleno de amor. En el camino de los perros, allí donde no quiere ir nadie. Un camino que sólo recorren los poetas cuando ya no les queda nada por hacer. ¡Pero yo tenía tantas cosas que hacer todavía! Y sin embargo allí estaba: haciéndome matar por las hormigas rojas y también por las hormigas negras, recorriendo las aldeas vacías: el espanto que se elevaba hasta tocar las estrellas. Un chileno educado en México lo puede soportar todo, pensaba, pero no era verdad. Por las noches mi corazón lloraba. El río del ser, decían unos labios afiebrados que luego descubrí eran los míos, el río del ser, el río del ser, el éxtasis que se pliega en la ribera de estas aldeas abandonadas. Sumulistas y teólogos, adivinadores y salteadores de caminos emergieron como realidades acuáticas en medio de una realidad metálica. Sólo la fiebre y la poesía provocan visiones. Sólo el amor y la memoria. No estos caminos ni estas llanuras. No estos laberintos. Hasta que por fin mi alma encontró a mi corazón. Estaba enfermo, es cierto, pero estaba vivo. Roberto Bolaño
No habían piedras que sujetaran los tornillos de acero. Ni maderos de vetas vivas, ni travesaños redoblados y redomados, ni siquiera acero ardiente, licuado que al dilatarse sujetara la inercia.
No había nada.
Nadie.
Sólo una vía desnuda. A la intemperie de la diestra.
Acunaba al Norte.
Mecía al Sur.
Peinaba esa noche que se postraba rotunda. Esa noche de lágrimas vivas. Ese escorpión que moraba en el zarzal de su angustia.
Había decidido dar ese terrible paso.
Primero su pierna izquierda, después encaramándose... el vientre descorazonado, a posteriori la barbilla, la derecha quedaba atrás colgada del hilo de vida y su espalda enmudecía al sudor del empuje. Ya no tenía miedo. Había perdido el respeto al futuro. Nada le ataba, nadie le lazaba.
Había comprendido, asimilado, ubicado en su cojo corazón lo que su mente, su cotidiana vida durante meses le había negado. Ahora nada perecía, y nadie parecía.
Estaba solo.
Por primera vez en su vida se había sentido así. Sin mañana. Y sentado en el claustro de aquella vieja estación, deambulando por donde las sombras se carcajean y los pequeños sonidos, quebrados, arrojadizos chirrían hablaba para consigo mismo. Pretendía escuchar lo que no se inventa para despertar al sentido, a la razón.
El diálogo era manco.
La palabra sorda.
El raciocinio, una estrella perpetua.
El mador gélido.
Los harapos, ubres de charcos de cristales.
Amamantándose de aquel último suspiro, se despedía de el Norte, de el Sur, de su pequeña esteoeste.
La pureza le había carcomido la fé.
Y sabía que desapareciendo en aquel tren, nadie le recordaría. Nadie lo echaría en falta. No tenían sentido las manecilla, el próximo despertar, esa misma noche. Cada gota de vida que manchaba las esperanzas derramaba coletazos como los de la última piedra que construye un deseo de aire.
Dejó la pequeña llave al sueño de su segunda madre.
Una llave maestra para nexo de generaciones que en vidas distintas correteaban con el mismo sanguinolento y rojizo plasma.
Sus cuatro cosas, su único legado para el recuerdo se troncharían burlescas.
Sus harapos y su bozal para la dehesa de los sin nombre.
Alcanzó lo alto del muro.
La vía le susurraba, la estación era un cielo de paz. Sin perfume. Aséptica. Los railes, las piedras, el acero se convirtieron en olas de algodón y en nubes de profundo sueños. Sugestivas y vanidosas dueñas del negro párnaso.
Por fin, decidió alzar la derecha.
Se elevaba por encima de la nada y el todo le invocaba.
Ya mañana no sería peor.
Ni al alba imploraría profundo sueño.
Acababa de despedirse de todo lo que tuvo y de la nada que fue destruyéndole.
Y esta siniestra noche de manos blancas y sábanas arenosas le esputaba en el rostro, para recordarle que las promesas se mienten cuando por encima de uno mismo no hay más que nadie.
Era el coraje por acabar con todo para coexistir.
O la miseria de proseguir para acabarse de consumir en veloz olvido.
Mientras tuviera claro que ese vuelo saltaba a la inmensidad del recuerdo, su mano izquierda sin temblar ni zozobrar, si no firme y fraternal se despedía de la derecha, huérfana y débil; angustiada y lesa.
Se rozaron, se besaron las palmas.
Se tocaron por primera vez sin reprocharse ni siquiera cual de ellas acabaría por de dejar de sentir a su alma gemela, y recordaron cada uno de aquellos buenos momentos en la montaña del Sinaí.
Cerraron los dedos, sin apretar... sosteniendo.
Cerraron sus ojos, mirando de bruces a la oscuridad más luminosa.
Cerraron las palmas y el último vestigio, el más sincero chasquido las unió por siempre.
Ya nunca más sabrían que hacia la una y la otra.
Ya nunca jamás la luna le recordaría que hay una pequeña luz de esperanza en la oscuridad más salvaje e inhumana.
Y de repente, sin pensarlo, sin dudarlo, la izquierda, la derecha, el lazo y el mundo se acabaron allá donde la paz no espera sonrisas, si no una vida tranquila.
Yo vivo solo
al borde del agua sin esposa ni hijos.
He girado en torno a muchas posibilidades
para llegar a lo siguiente:
una pequeña casa a la orilla de un agua gris,
con las ventanas siempre abiertas
hacia el mar añejo. No elegimos estas cosas.
Mas somos lo que hemos hecho.
Sufrimos, los años pasan,
dejamos caer el peso pero no nuestra necesidad
de cargar con algo. El amor es una piedra
que se asentó en el fondo del mar
bajo el agua gris. Ahora, ya no le pido nada a
la poesía sino buenos sentimientos,
ni misericordia, ni fama, ni Curación. Mujer silenciosa,
podemos sentarnos a mirar las aguas grises,
y en una vida inmaculada
por la mediocridad y la basura
vivir al modo de las rocas.
Voy a olvidar la
sensibilidad,
olvidaré mi talento. Eso será más grande
y más difícil que lo que pasa por ser la vida.
En los otros ochenta, cien veranos que
marcharon... En los otros ochenta,
cien veranos que marcharon
como la luz de un paraíso doméstico, la idea del cielo
de un hedonista era el aparador de una cocina francesa,
manzanas y garrafas de arcilla de Chardin a los Impresionistas,
el arte era une tranche de vie, queso o pan horneado en casa-
la luz, en su opinión, era lo mejor que el tiempo ofrecía.
El ojo era la única verdad, y aquello que atraviesa
la retina se desvanece al amanecer; la profundidad de nature morte
era que la propia muerte es sólo otra superficie
como el lienzo, pues pintar no puede capturar el pensamiento.
Cien veranos que se fueron, con el acordeón que hace olas,
faldas almohadilladas, grupos en botes, golpes blancos como zinc en el agua,
muchachas cuyas mejillas ruborizadas no sobrevivieron a sus rosas.
Entonces, como tubos desecados, los soldados retorcidos
se amontonaron en el Somme y Verdun. Y los muertos
menos reales que una explosión fatal de crisantemos,
idéntico carmesí para la naturaleza muerta y la matanza
de jóvenes. Tenían razón -todo le vale
al pintor con su caballete puesto como un fusil en los hombros.
E l a m o r d e s p u é s d e l a m o r
El tiempo vendrá
cuando, con gran alegría,
tú saludarás al tú mismo que llega
a tu puerta, en tu espejo,
y cada uno sonreirá a la bienvenida del otro,
y dirá, siéntate aquí. Come.
Seguirás amando al extraño que fue tú mismo.
Ofrece vino. Ofrece pan. Devuelve tu amor
a ti mismo, al extraño que te amó
toda tu vida, a quien no has conocido
para conocer a otro corazón,
que te conoce de memoria.
Recoge las cartas del escritorio,
las fotografías, las desesperadas líneas,
despega tu imagen del espejo.
Siéntate. Celebra tu vida.
Mishima, en sus Confesiones de una máscara, escribió: “… Aquel día, en el instante en que mi vista se posó en el cuadro, todo mi ser se estremeció de pagano goce. Se me levantó la sangre y se me hincharon las ingles como impulsadas por la ira. Aquella parte monstruosa de mi ser que estaba a punto de estallar esperó que la utilizara, con un ardor sin precedentes, acusándome por mi ignorancia, jadeando indignada. Mis manos, de forma totalmente inconsciente, iniciaron unos movimientos que nadie les había enseñado. Sentí que algo secreto y radiante se elevaba, con paso rápido, para atacarme desde dentro de mí. De repente estalló y trajo consigo una cegadora embriaguez. […] Ésa fue mi primera eyaculación. Y también el principio, torpe y totalmente imprevisto, de mi “vicio”. ... Y así, mientras él le descordaba los lazos a los nudos. Desnudando a la máscara por las orejeras. Y a los ojos de sus pestañas. ..Aquel día, cuando el "uno" se engalanó de bermellón esplendor, de angostura acre y resinosa... el vicio se adormiló entre el muérdago del espanto y la hiedra lúgubre. Desde el "Borrás", la estampa resultó ser primorosa. mi ignorancia, mi supino desconocimiento se han adornado de lealtad y fidelidad inquietante, sin tirabuzones... tan sólo de aquello que hasta hace cuarenta y dos marzos no supe desbaratar. Resulta revelador, nacemos para amar y nos consumimos en el intento, restaña agotador y locuaz, mi último descubrimiento agnóstico es que sin tocar se puede gozar hasta las trancas y desde ellas las trampas ni llevan máscara, ni se dejan rozar, ni quieren varar. El verdadero goce es el roce del silencio con el placer de su vientre. Todo resulta inquietante y creciente cuando dejamos que se abra la fé de par a impar. Y así, mientras ella le descordaba los nudos, los lazos crecían.
Aquel día en que te había perdido y hablo de ello En otro lugar tanto otro lugar siempre en otro lugar decir en otro lugar como quien grita ay un huir de codornices
Digo otro lugar cada tres palabras No lo habréis observado Por cualquier cosa bajo insolentes pretextos de asonancia El pregón del sillero por la calle o En mí En otro lugar está en mí me pierdo en él Sería necesario Reagrupar todos esos ruidos de mí mismo esas Misteriosas palabras tachadas tiznadas ahogadas en un cuaderno Por ejemplo o bien hojas en un cajón que se encontrarán quién sabe Yo muerto o vivo incluso desdibujado poco a poco manchado despedazado por las arrugas para Notificar a la carne que nada cuenta o más aún este hombre Aún Una tachadura Todo lo que habré dicho inacabado esos comienzos esos relámpagos vistos Qué tenía en la cabeza que se desvaneció Aquel día en que había perdido
Y el recuerdo vuelve con tanta violencia En mitad de la noche un sueño No nada de un sueño La evidencia de que uno se levanta En mitad de la noche por las habitaciones en sombra Espesa en que los muebles ya no están en su lugar jamás Nunca en su lugar Siguiendo una luz oscuramente oscura hasta Este lugar de escribir y los lápices esparcidos esas cosas de tinta y de espanto Y el papel apresuradamente sucio arrugado tirado a la papelera Ah qué hemos qué he hecho de nosotros la palabra nosotros en mi boca de rodillas
Aquel día en que te había perdido
Busco a ciegas ese laberinto de horas ese infierno Tranquilo un día de sol me parece y no es Seguro no es nada seguro no sé ya casi nada de esta noche anterior Por la mañana palpo una mañana gris en ese gran cielo de vidrio Al final de los finales había dormido solo cedido solo al sueño Una mañana gris en el taller devastado de ti
Objetos Estúpidos el armario abierto No existe la Más pequeña razón para cerrar el armario Una cosa caída
Aquella noche en que te había perdido
Cuándo se levantó aquel día por qué se Levantó veo la habitación enorme y vacía donde todo Está disperso de ti desgarrado de ti devastado Me he Sentado como una ruina en el confín del mundo A la que jamás le será dada respuesta En los escalones acurrucado en los escalones de mí mismo No ver más el desván la cama reventada las sábanas Colgantes
Pero cómo por dónde se levantó por dónde se levantó aquel día Brumoso y gris desierto mudo aquel día ciego y vacío
Pero cómo se alzó de mí sobre mí aquel día sin día inmenso y blanco Aquel día sin más palabra que el ruido ínfimo en la puerta donde alguien deposita Una botella de leche abro arranco esa puerta Arranco esa puerta de sus goznes Ya no hay nadie Pasos en la escalera Nadie más Que una botella de leche
Aquel día en que te había perdido
Todo un día ante mí su puerta abierta donde nadie lee el destino Todo un día de mil y mil detalles olvidados inolvidablemente Todo un día que comienza desde su herida y yo ignoraré siempre Si tuve frío si tuve hambre si tuve pena si
Ah moverse por qué moverse cambiar de lugar irse descender al fondo del agujero es qué tengo Necesidad de moverme de mirar la botella y el desorden Durante todo un día y cómo el cielo ha osado cambiar No sé siquiera si es aquí o es allá dónde ha cambiado el gris menos gris un verdadero Insulto y todos los gestos maquinales maquinalmente hechos Había sol en otro barrio de la ciudad Fantásticamente vacía nunca se sabe cuánto una ciudad puede Estar vacía Y sin palabras No hubiera Creído jamás a París capaz de esto Capaz de aquel día
Aquel día en que te había perdido
Aquel día aquel día No era yo más que un hombre de basura Un ser tirado como una lata vacía un Desperdicio la corteza Nauseabunda de un melón e incluso los ruidos Eran para mí el silencio Reinaba sobre París Aquel silencio de ti Ese extraño silencio interior en el que los Transeúntes tienen aires de peces sordos Nadie No hay nadie en sitio alguno más que unos pasos por la mantequilla
Por qué es mejor aquí que allá por qué partir por qué quedarse Llevo un buen rato mirando al barrendero al Barrendero en la calle Campagne-Première El baile en otro lugar Habíamos hecho la guerra juntos La primera
Nada hay tan singular como un barrendero Conocer A un barrendero Quién habla Al barrendero Quién se para con él Diciendo palabras de hombre al barrendero Quién le cuenta al barrendero cómo llovía En mil cuatrocientos quince el día de Azincourt Quién soñaría en contarle la muerte de Patroclo entre lágrimas Los periódicos corren por la cuneta a lo largo de la acera Tampoco al barrendero le conté mi pena Era un día como cualquier otro un día sin pájaros
Aquel día aquel día agujereado en que te había perdido