Los cuatro puntos cardinales son tres: el Norte y el Sur.

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domingo, 25 de mayo de 2014

Quid pro quo









Marcin Sacha






Tanto soñó con el sol, tanto... que olvido los árboles.

Tanto soñó con la luna, tanto... que olvido las sombras.

Tanto soñó con las nubes, tanto... que olvido el cielo.

Tanto soñó con la luz, tanto... que olvido el azuluz.

Tanto soñó con el tiempo, que olvido la arena.

Tanto soñó con la veleta, que olvido el barro.

Tanto soñó con el melocotón, que olvido el hueso.

Tanto monta olvido.

Olvido tanto,  que el reloj se desmorona.

Tanto olvido, tanto... que soñó con Damasco y un tul.

Tanto tiempo, tanto... que soñó despierta.

Tanto quid, tanto... que soñó sin alba, ni almohada.

Tanto quo, tanto... que soñó de espaldas.

Tanto tiempo, tanto... que despertó bocabajo.

Tanto mecer, tanto... que se meció el brillo, la humildad y la sien.

Tanto mesar, tanto... que se torció la hebra, la hiedra y el laurel.

Tanto esperar, tanto... que se cansó la sonrisa y cayeron, gachas, rendidas las pestañas.

Tanto darse la mano, tanto... que Casablanca está tomada por las huestes.

Tanto doblar la mano, tanto... que se mesa Venus con el peine de púas férreas.

Tanto dormir despiertos... tanto, que despertamos solos.

Allá dónde los sueños mueren la vida.

Tanto que nada es todo.

Y mientras tanto el sueño colgado del hilo....

...y el amor enjaulado, aderezado entre comino y cilantro.

Tanto, tanto...

...ha pasado. Y ha dejado de pasar...







jueves, 6 de marzo de 2014

Statu Quo

Marcin Sacha





-Ya sabes. Escribo cuando se me comen las lágrimas, la puta pena o los dichosos nervios. O la angustia, esa preocupante y glotona cocinera. 

-¿Entonces?

-Nada que decir.

-Pues ni lo pienses, ni lo escribas, ni te lo digas.

-¿Callo?

-Por supuesto, errático.

-Cogeré la bicicleta.

-Cógela.

-Ella sin tus pies no es nadie. Y tú, sin ella no eres nada.


-...

-Tiene arte que la mayor de las pequeñas sea aquella que acabe donde sólo empieza la única.

-¿La rueda...?

-No, el guisantepiedra.

-Entonces es él.

-No, es ella. La codicia.










Baraka (1992)


martes, 31 de diciembre de 2013

Se nos acaba otro


Darius Kilmzak




y nace una nueva noche de esperanza, lucha y fé.

Gracias al non por alcanzar el súmmum.

Lo que más amo... en paz, lo que más quiero... adormilado y el deseo... a buen recaudo.

Gracias al par por dejarme creer que crear es vencer.

Y gracias a tus ojazos, a ese faro que me alumbra, cobija y serena desde hace no sé cuántos unos.

Se nos acaba otro.

Pero ha sido tan hermoso.

Y empieza el siguiente.

III d.A.

Y lo será....



martes, 1 de octubre de 2013

Erratic diary II

Marcin Sacha










100




Noche de gatos perros y gatas perras.

De riguroso y lacrado cuero. Maullándose los ladridos, mientras los tobillos juegan en el corral.

Y así, mientras el hummus fermenta, se lamen los lunares los truenos a sol antico.

Mientras, el vástago cena a la derecha del collar, la madresueñaselva se desprende de gasas y jarras límpidas.

Gustas.

Gustas y te relames.

Y en la cleopatra mirada de puerca encelada, la sutileza del cutis se deja el malva y las agallas.

Ladras.

Nunca dejas de ladrarme.

El gato entre la carótida y el violín.

Jambre.

Nunca dejamos de abraperrearnos.















96



Pezoneras y la vergada de nalgas fustigó al liláceo ossobuco que se trincha con los nudillos en círculos y en pausa.

Repeat all.

Pezoneras.

Dormían bajo la piel rosa de la hiedra. 

Y despertaron.

Primero un verano non. Luego un invierno al punto.

Y turgentes, relucientes, eléctricos se disputaban el honor de ser más sensibles, vehementes, puercos y cortesanos.

Siempre se vanaglorió el izquierdo de ser más diestro.

Aunque el derecho por henchido y retozón daba más al tallo. Que no la talla.

Las debilidades son incoherentes.

Adoramos al gas noble.

Aunque esa pezonera, carne magra y húmeda donde las haya, se ensalsa, se turba al sólo roce del recuerdo del sabo. Y es que el sabo es pegajoso, visceral, sediento.... y la saliva dama, coqueta y agridulce.

El esputo lo aclaró.

Ponte bocabajo, de espaldas y espútame donde la pezonera alisa pliegues y hace la raya a la seda rebelde.

Puedes tocarte. 

Tocarte y comprobar si tus labios se muerden por la saliva puritana o por el cerdo sabo. Al mador o al sudor, poco les importa.

Siempre prefieres chuparte el pulgar.

Querencia... por esa hermosa pezonera.












95




Nada es perfecto.

Nadie es imperfecto.

Sólo el trance.

Perfecto, por el encaje, la sinergia, la simplicidad y la generosidad. No espera, ni desespera.

Por su pureza.

Imperfecto, por la gula, el anhelo, el eco y lo cóncavo. Por su trono.

Nada es eterno.

Nadie es olvido.

Sólo el trance.

Eterno, por que no mide el tiempo, ni mengüa al espacio; no peina muñecas ni desnuda nucas. 
No viste santos, ni desahoga la leche en la sange, para deliquio del ego.

Olvido, por que parece que no existe. Pero es y está. Por que parece que no arriba, y aprende, 
siembra. Como el tacto de la piel de melocotón en los huesos del alma.

Nada es mentira.

Nadie es verdad.

Sólo el trance.

Mentira, por que nace cada noche, y muere en la duermevela del conticinio de tus ojos arco iris.

Verdad, por que crees que la mentira reconoce lo que las palabras por inventar acallan en su 
verdad.

Nada es dolor.

Nadie es amor.

Sólo el trance.

Dolor, por que el amor no es de nadie y está en todo, en todos.

Amor, por que el dolor es de todos y no tiene padre. Por que su angustia es la madre del amor.

Nada es de nadie.

Nadie es de nada.

Sólo el trance.

De nada, por que nadie está sin ser.

De nadie, por que la posesión es nada.

Nada es orgamo.

Nadie es místico.

Sólo el trance.

Orgasmo, por que hasta que no se entienda y sienta la mitad de la mitad de la mitad... con tan pocas 
palabras, como con tantos gestos, todos; el placer no se convertirá en el pájaro errante que anida
en el corazón de tus labiox, en la rama de tu lengua.

Místico, por que dos es uno, y uno en dos.

Sólo el trance de tus ojos en la mirada del porvenir forja el camino de la vida tranquilla.

Sólo y desde aquella primera vez sentí que se puede, y se debe, crecer para que el amor sea 
un místico orgasmo cotidiano. Nocturno.

Desde el primer uno, dieciséis doses.

Sólo alcancé la paz, cuando el perfume de tus pestañas rizadas desencadenó lo que dormía 
hacia demasiado tiempo en el cofre oxidado de los miedos.

Ahora reluce.













sábado, 28 de septiembre de 2013

Erratic diary I






111


La diagonal perfecta se convierte en un globo sonda. Del "suma" y sigue, el Hilton pide la hora para cenar en Trevi. Los zapatos en el banco. Mustela en los párpados. Y el rictus desangelado. Es una época madura. Casi mística. Se adivinan pocas piedras y todo guijarros. Ninguna miga y el mantel liso, aterciopelado, oval. 

Las manos a la vera, entre el aire y el espacio.

Necesario.













104


Chesterfield le susurra a Winston: "Fúmate la agonía. Bébete la lucha. Desarma a la impaciencia. Hilvana sábanas de mariposas."

Winston, asiente sin trajinar palabra.

Chester, desboca un papelillo y ciñe la vitola. Se sienta sobre el paquete enguruñado. Y pellizca el pitón de la boquilla.

Winston, se mira los pezones.

Chester, sonríe.

Entre ellos hay cuatro palmos de aire y un olor indecible.

Winston, ayurvédicamente uncido se frota las cicatrices mientras rompe con la mirada los ceros a la izquierda que Chester bocanea.

Luz cálida.

Dos ambientes.

Ni una sola palabra. "Paque"...

Y en esa errática situación.

Los dos toman el plástico que da sustento al orden. Al desfiladero del desgüace.

Winston toma su codo, se rasca y huyendo de miradas sostenidas, sucumbe.

Chester sorprendido alza la ceja y le guiña un clic de mechero.

El cenicero arde. Y el humo les dispersa.

"1.30 Tot ok".

Ayu, se "descongoja".












103


Kosta Boda no vive en el fulgor, ni es intocable.

Si se cae, se rompe.

Si se roza, enmudece.

Si se lesa, sangra.

Si se recrudece, el monstruo del frío hielo derrite sus alas de vidrio, y frágil, tan frágil que un suspiro las arropa hasta 1742.

Kosta Boda no mora en Chuchelandia.

Las zarzas, el camino, el cortafuegos, el charco y las llaves maestras están dentro.

Y mientras se relamen las ganas, el plato sucio hace juego con los vasos.

Knarra oscurece y Norman dió con la clave:

Difumina. Difumina. Difumina.

A contraluz.