Amé en aquella mirada lo que había de sospecha. Y el miedo de las cosas tenía en aquel espejo la ilusión de disentir del futuro. Contacto: jrubaz@hotmail.com
Los cuatro puntos cardinales son tres: el Norte y el Sur.
Practicidad para interactuar entre navegantes, seguidores, escribidores y escribanos, asiduos, voyeurs, leales, indecisos y curiosos. Practicidad para unir los cinco continentes y cualquier idioma de una forma ágil, directa, útil y rauda.
Ícaro
Este pequeño rincón, cuna de desahogos y sueños. De ilusiones y mimbres. De escribidos y escritos. De anhelos y deseos. De paz. Se ha hecho mayor. Ha crecido mucho, muchísimo. Tantísimo que la ubicuidad precisa ciertas reformas y cambios de uso para poder disfrutarse mucho y más.
A raíz de unos artículos, entrevistas y publicaciones, se ve y sigue desde los cinco continentes, en cualquier idioma. Miles de páginas visitadas diariamente y cientos de personas y entidades lo siguen.
Por motivos personales, profesionales y laborales, el blog, en esencia madre de la criatura, por supuesto, seguirá activo. Pero he decidido cambiar algo en la dinámica de los comentarios y seguimientos, en las publicaciones y en el tratamiento de la información debido al volumen de visitas, comentarios, correos, peticiones y consultas.
Interactividad.
Por todo ello desde hace ya dos meses ciertas publicaciones, por ejemplo:(https://plus.google.com/u/0/104814650649526150202/posts/KKycdaoXvCy?pid=6235645209312990482&oid=104814650649526150202)
sólo puede visualizarse desde Google +.
Sobre todo colecciones fotográficas, inputs esporádicos y guiños viscerales las publico en Google + y noaquí. La ristra habitual de cuatro o cinco publicaciones (sobre el trece, catorce de Enero, saldrá publicada la primera del año) seguirán con su habitual trayectoria y cadencia.
Los seguidores que sólo respondan en Blogger serán respondidos por aquí, pero el volumen principal de tráfico es ya Google +, en todo: interactividad, correos y diálogos; artículos, publicaciones, collages.
Agradeceros a todos, a cada uno de vosotros vuestro cariño, amabilidad y apoyo para que éste lugar sin perder ápice de su esencia sea visitado y degustado por seres de todo el mundo.
En especial, mi afecto y abrazo a aquellos que desde el principio, en los albores de la nada, con su presencia constante perseveraron en que la paz rezuma a cierto perfume: íntimo, íntegro, honesto, tolerante y respetuoso. Desde el arte que cree y crea cualquier ser humano.
Aquello que miramos y no podemos ver es... lo simple. Y así, si casi no has tocado el barro, eres él. Cuartea. Elabora. Fragua. Bruñe. Construye. Lustra. Moldea. Alfarea. Me tienes en tus manos y me lees lo mismo que un libro. Te tienes... te lees. Sabes lo que yo ignoro y me dices las cosas que no me digo. Te sabes, te dices... ...Lo simple sólo es barro en tus manos, la vida.
Yo, bebedor de aire, en tu beso reconozco la tierra.
Tan distinta la piel, en los dos vientres de tu beso, un lenguaje con espacios blancos de lentitud y noche, un ritual de costumbres muy ajenas que marca en la muñeca el reloj de luna... la diferencia horaria de nuestra intimidad.
El azul va por delante en la piel de tu beso. Cuando yo abro los ojos, tú me los cierras. Cuando tú abres los míos, yo me deslumbro.
No sé si he sido náufrago allí, en la ínsula de tu lluvia pendiente de mis labios. No sé si fuiste la náufraga aquí, en las ruinas de mi boca perdida por tu nuca y rota por los jirones que hasta el uno eran historia.
Pero cruzo este océano si mi destino negro es el blanco imprevisto, curioso y letal de tu amor, y si mi soledad, como un perro callejero, se viene con mi luna de raza, de malamadre.
Es una rabia lagarta la que cierra los labios y las puertas a los recién llegados.
Sórdida gente triste, gente esquiva que nunca ha salido de sí. No recorren el aire, ni la tierra. No se pierden. No han sentido en su tez la luz de una pureza que nos salva y renace del dulce cuchillo de lo nuestro, no conocen los labios de otra lengua, no aman lo que se esconde entre la saliva de lo invisible y la pasión de nacerse a cada ingle.
No aprenden a besar.
Yo bebí de tu tierra y me bebiste el aire sucio de antaño, ahora cuando el aire se pone en pie de guerra, me quedan los ojos que por inventar acallan palabras muertas.
Yo, que bebo de tu aire. Nazco y me reconzco.
Me enseñaste a besar, sin rozar.
Por favor, un gin tonic azul antes que el aire me sorbe. Antes que tu tierra sea mi sangre.
Usar y tirar. Gracias. Recordatorio cíclico para acordarme de no creerme promesas ni prometer. Es muy sano. A la vista está. Jajajajaja ¡¡¡¡¡ Obras son amores y no, buenas razones. ....
Ícaro
Un lustro a la borda, mientras bordo viejas palabras de amor y viajes a la cicatriz futura.
{Ríome de ayeres endebles y ególatras}
Ayer perdido en el infinito y ahora, en la parvada, en aquella
cicatriz que cada vez que la sientes, que la notas, sin ser vista te
hierve y te acurruca en el infinito de allende, como bandada de pájaros
ícarianos que liban del sol la muerte más lenta pero, por supuesto,
esperan que la estrecha vida arreste la última nube antes que
encapotado, el cielo llueva sobre mojado... Y la
parvada, da bandazos, mientras el infinito se jacta de ser ayer, antes,
nunca.... y el futuro un guiso de rayos de miel grandilocuente, un hilo
de voz tullida, unas piernas de manos y unos dedos de ondulados cabellos
lacios y grises... turbio paisaje: el infinito endemoniadamente
arrastrándose por el plexo de las hormigax y el futuro anclado de las
ancas de áquel que sin madre pare el mundo mañana. Que sólo pudo nacer
dos veces. Ni una más. ¿Es más que su sabor el gusto a la vida...? Es todo, el absoluto y el redomado; el perdido y el recordado. Y se deja macerar, cocinar, en ebullición y al fundirse... se evapora. Tan
sólo queda el regusto, recalcitrante y agriamente caramelizado...
incubando porqués y quizás, desmintiendo inercias y viejas costumbres,
destrozando la luz del azul y el azul de su fuente. Manaban chorros de
aire puro y escupía su alegría el esputo de lágrimas de dicha. Y ahora,
mientras el infinito perdido anda vagando, el maldito recuerdo se
enjaula en un laberinto dónde la salida queda eterna y la entrada...
sólo es luciérnaga en las noches más cerdas, más perras, más sucias... ¿Es más que su aroma el gusto a la vida....? Saberse
perdido es una forma de encontrar respuesta a los silencios. Saberse en
tierra, camas, labios y manos de hoyes y nuncas es un modo de
reencontrar el silencio en el vacío. Saberse vacío, pozo del agujero y
ranura, muesca de la hierba es un sollozo para que la sonrisa encuentre
del silencio la forma de vida... Saberse sin estarse, saberse sin
tocarse, saberse desalmado, inocuo... es estirpe de nostalgia y raza de
zarzas en el camino... Saberse y no creer en el infinito, es
decididamente, la certeza... de que la mar, la orilla y el faro... se
quedaron tan lejos que las aguas son columnas de piedras madres y el
padre el martillo que las vara....
Ícaro
¿Es más que su recuerdo el gusto a la vida....? Era
mi vida, toda ella. Y ahora, apenas unas horas de volver a tocar una
pizca de infinito he comprendido que perdí para siempre todo lo que era
pureza, nobleza, humildad y sapiencia. Compromiso. Es una horrenda
sensación de orfandad espiritual. Le susurro...mi vida entera. Ya
no quedan preguntas sin respuesta, ni emociones en los silencios. Ni
nostalgia en los matices, ni siquiera una pizca de querencia por aquello
que fundió dos vidas en un universo. Ser consciente de esa oquedad
inflama las cicatrices y distorsiona la realidad. ¿ Alguien camina por
el aire... o nada por tierras angostas...? Ya no lo sé...ni quiero. Amaré
de su recuerdo lo que la luz enamoró al azul. Y sabré caminar por donde
el dolor y las cicatrices te recuerdan que por primera vez en vida
comprendí el sentido de nuestra existencia: El camino lo siembra, mima, nutre y protege.. al buen querer. Y
ese, cuando acaba, por acabado o inanimado no es más que el esfuerzo
cotidiano por hacer felices, por luchar, por creer y sentir que el
infinito es ayer. Qué mañana quizás no despierte. Y ahora no siento estar vivo.
Texto de San Agustín en una postal navideña del siglo IV dC
"Conversad y bromead entre vosotros, servíos bien, compartid libros de dulces palabras, intercambiad naderías y procuraros atenciones mutuas".
San Agustín, Obispo de Hipona: Confesiones. Siglo IV
Cuidaros muchísimo y disfrutad de vuestros seres queridos, de las personas que amáis y os aman. Estaré ausente entre dos, tres semanas. Aunque a finales de mes saldrán publicados posts programados. Se acaba otro y empieza el dieciséis. La vida en esencia es puro camino... pura senda.
Que estas fechas tan entrañables, íntimas y abarcantes os den paz y alegría.
De las andadas a los amores perros, de las esquirlas a si te he visto no me acuerdo. Entre las unas y los otros. Me quedo con la y.
Hugo & Ícaro
[Press delete, read once]
Últimamente me castigo demasiado,
severamente, olvido los placeres que los sentimientos, las emociones manan y me enrosco en los laberintos.
El xeso empieza a emparanoiarme y me sabe a casi nada. Busco los tres "te amo"
de mi Judas más querido y el perdón de mi reina, soy un ganapanes
ácrata. Pero claro, seré imbécil, los tres "te amo" no se pueden
comprar, alquilar, los "tres te amo" te los escupe quien bien te quiere y
entre lo saborío que ando y entre tanto tumbo indolente espero que la tumba no me
acicale con una ristra de laurel, que podría ser bien el matasellos para el
inframundo. No pasa nada.
Son épocas. Ahora es época de vendimia. De aprender. De prepararse.
Y
siguiendo con los espejismos, el amor perro es una divina excepción, es
un oasis en el desierto. Es pura chispa, puro vicio, pura ternura. Sabe
escuchar y discernir. Elegante y hermoso, bellísimo cuando se viste e
inteligente cuando se desnuda jugando con los verbos transitivos. Momentos insospechadox.
Siento
que la orquídea no es flor de un día, siento que las orquídeas son mi
vida. Pero sé que no estoy preparado para que se me coma el dolor de
cuajo y hasta entonces, hasta que me abra su camastro, hasta que me
despeje y despoje de sábanas encandenadas y me den las buenas noches sus
ojos, su mirada le seré leal donde más duele: en la sinceridad. Y ahí
estoy, aquí entre los mimos de guante blanco y los payasetes que juegan
con el agua tibia mientras se lavan despacio y entre risas, aguardando
que las circunstancias se rindan. Mucho amor entre algodones. El
algodón, es conocimiento.
Imagina. El silencio comido, corrido a
besos. Imagina. Los cuadros de cara a la pared. Imagina. El rubor con
cara de ángel endemoniándose. Imagina. No encontrar respuestas y
preguntarle al estofado ruso que especias faltan y cuales huelgan.
Soplar a un palmo, mientras se apelmaza el caldo, y se espesan las
acuarelas por definir. Untar los dedos y comerse las muñecas. Restregar
la espalda al suelo y que su sombra no se apiade. Imagina. El silencio
chasqueando pellizcos, lametones, mordiscos y succionando poros
enredados en una salsa calabresa hirviendo, mientras las uñax se dejan
chupar como la cuchara de madera se deja querer por las malas lenguas.
Mientras las uñax recuerdan, de un lado a otro, tantos cuadros rotos,
tantos cuadros por colgar, tantos cuadros por redondear, por cuadrar,
por olvidar. Tantos cuadros por nacer. Imagina, la dulce y tersa ira de
Diox cuando no tiene nombre, tiene cuerpo de alma endiabladamente
enigmática. Celosa de que los ojos extraños sólo se queden afuera, sin
penetrar ni un milímetro más, ni unas horas de menos. Imagina. El reto,
es sostener la mirada, sin pestañear. Y agachar. Rozarse de frente y
olerse. Repasarse con los ojos cerrados. Y recordar aquel lugar donde el
tiempo se nos muere al nacer el ritmo. El compás. Imagina, que no
comes, que no te comen, que preparas el jaleo con harina de otro costal.
Imagina que desbaratas rituales, intenciones, arquetipos que te
desimaginan antiguas prendas, antiguas mañas, antiguas mariposas
enjauladas entre cualquier jueves triste y el jueves de resurección.
Imagina
que Diox te farfulla mirándote a los ojos y te esputa toda la fé olvidada,
mientras uno se confiesa con todo el dolor del alma y toda la carne
pagana.
E imagina el más absoluto de los silencios.Sólo se toca la respiración, sólo se roza la inspiración.
Las manos se dan la cara.
Los labiox se muerden las ganas.
Los cuerpos, clavados en pie... a dos dedos del pulgar. El meñique se inquieta, impaciente.
Sosteniéndose, midiendo romperse. Asaltarse, quebrarse para entregarse a los cabos sueltos, a los nudos magros.
El más pequeño, siempre pasa inadvertido. Siempre parece que lo arrinconan. Pero.... no, preside el esplendor.
De acero y fondo blanco, y un pequeño galón de cinc.
El
más pequeño, no posee color, ni brillo, ni siquiera la fantasía
necesaria para deslumbrar. Bajo el espejo. Y en diagonal desde el sillón
de cuero zalamero, es como un santo y seña de la conciencia, de la
consciencia. El más pequeño, guarda secretos y la más ortodoxa de las
biblias carnales. No contiene letras, ni lecciones, ni te dice lo que se
ha de hacer o deshacer. Pura simbología, su misión es pequeña. Recordar
que la noche no es una gótica sombra, sino un camino sombrío... repleto
de rosas y espinas, plagado de estrellas fugaces, de algunas luces y
mucha oscuridad. Su valor es incalculable, nos posiciona. No en lugar,
ni tiempo. Sino en espacio y aire. Aire y espacio. Despacio, despacio, despacio. Aire y
espacio. Servilletas de acero y tenedores de papel. Cerveza y agua,
mucha agua. Entre la mesita oval y los cuchillos de porcelana. El
silencio tintinea, rasga y rompe. Y el cúmulo de pasos de cebra da lugar
a un libro de cabecera..... El paisaje de mi tierra, la desnudez de mis
tierras. Tómalas por y dónde quieras. Como gustes. Son a ratos tuyos,
luego de nadie. Son nadies, los míos.
Olvidamos los xesos. Los trapos y las tropas. Las luces. Las horas. Amanece. ¿O anochece....?
El xeso duerme.
Huele a café denso, profundo, chorros de conversación sobre colillas y cenizas en el Monte del Olvido, en el dintel de tus manoscuenco.
El argumento se sostiene bajo las prendas desperdigadas por Pulgarcito.
La dulce y tersa ira de Diox, es como el alma y el cuerpo del más perro de los amores.
Su
alma no deja de desprender lo que desearía encontrar más allá de
aquellas cuatro paredes. No puede disimularlo. Hay miradas, ojos que
entierran una atrayente nostalgia que desquicia a las palabras. De
gestos apocados, mastica despacio y traga pausadamente. Mira serena y
contempla la expectativa. Mientras sus cabellos parecen pendientes
libres del lóbulo de la costumbre. Su alma es noble, auténtica y directa. Su celo es cazurro, sus
celos humanos, sus miedos de persona persona persona y su angustia,
compartida. ¿Quién no muerde, quién no ladra a sus angustias.....? Hablar con la boca llena es de mala
educación, y si algo tenemos, es una peculiar educación, buena,
suficiente y discreta. Tragamos y con las puntas de las servilletas las
comisuras suben las cremalleras, descorchan los encajes y relamen las
pequeñas motas de polvo, de polen. De adioses. Y de reencuentros imposibles en el olvido del nunca un lazo anudó más despacio que el correvuelanada de su soslayo.
Los botones hacen el resto.
El ojal de la prudencia.
Imperdonable, la tersa ira de Diox, imperdonable amor perro.