Amé en aquella mirada lo que había de sospecha. Y el miedo de las cosas tenía en aquel espejo la ilusión de disentir del futuro. Contacto: jrubaz@hotmail.com
Los cuatro puntos cardinales son tres: el Norte y el Sur.
Existe entre nosotros algo mejor que un amor: una complicidad y de ella brota la nueva vieja canción... la que por inventar nace en tu memoria... te recuerdo, te lato, te transpiro y eres.
Se postró de espaldas, con el rostro frente al mío.
Me dió su nuca.
Le
dí mi aire... íncreiblemente hermosa, inalterable, atemporal....
permitió que mis palmas recorrieran todo el volcán de su belleza
dormida. Perfilamos con el roce, sin apretar, sin anudar... recorriendo
cada mapa invisible que nacía entre el jadeo de un suspiro y el gemido
del silencio. Cada recoveco que presumía de adormilado, cada poro que
manaba en fuente de vida. Cada lazo que crece de la complicidad.
Se
dió la vuelta, al trasluz. Entre la gasa de aquella cortina blanca y el
aire que perfumaba la corriente... el pestillo baldado. Vencido. Todo
se inquietaba.
Me dió sin el derroche de lo recíproco, a
destajo.. entre sus latidos y los míos. Sin música predispuesta, con el
sonido nervioso y crepuscular de todo aquello que brota sin caducidad ni
opacidad... el felpudo que sólo recibe a quien quiere y los pasos que
se acercan por deseo, no por costumbre...
Le dí mi sorpresa,
ajeno a que aún, sin esperar nada a cambio... se encuentra lo más
insospechado del olvido.. descubrir la cercanía en la invisibilidad, la
transparencia en las costuras. Aquella filigrana que como un tirabuzón
alegre despierta cuando percibes que lo profuso era padre eterno. Y que
ahora, viudo de penas, despierta al conocimiento, a ambos. A un
descubrimiento sin velas.. de cera que se derrite al roce.
Me
abrió sus muslos. Durmió su sangre. Y convulsa, se dejó zarandear como
cuando una pared desnuda troquela la carne trémula, caliente, azarosa
que la azuza hasta el deliquio. Y allí en aquella alcoba donde Dorothy
Parker hubiera musitado viejas palabras que nacen de lo que nunca se
escapa de la jaula lunar...
Cenerentola, me atiborro de acordes
táctiles, de sonidos imperceptibles, de besos robados, de formas
opulentas y desde su fondo voluptuoso...me volvió a entreabrir, a abrir
sus muslos, sus ingles, sus labios.... como una ostra fresca hambrienta
de gotas de limón anegando sus deseos...de gotas de leche cuajando su
excitado nerviosismo...
Fermentaba su rubor.
Lechosa y
emocionada. Aquella lluvia de Nuraghe era blanquecina... hija de Mador y
dueña del Sudor. No esperaba más, ni deseaba menos.
Que cayera
resbalando, sin detenerse, que sembrara sin fruto... sólo el seseo, el
dulce seseo de dejarse resbalar hasta donde las manos resisten...
Y
allí, recién llegados al nuevo mundo empezamos a pintar con los labios
lo que los dedos recorrían, donde las frías noches de invierno son hijas
de la Inspiración, Cenerentola se acalló para dar rienda suelta a lo
abstracto y racional de Ida, a los matices de Arcimboldo. Turbábamos en
ese punto donde uno sabe, siente, percibe que aquello deja ser casi
humano y se convierte en mágico, en único, en tan especial que
atormentará después....cuando el recuerdo subyuga a la espera.
Rememorar, como cuando la cáscara de una nuez navega en el océano del
paladar.
El vinilo crujía y los adoquines de Sassari a lo lejos
cruzaban charcos, como si Modigliani bajara sus pestañas para toparse
con el iris de Hebuterne... Cenerentola, sin grandilocuencias, sin
jabones ni perfumes... al natural colmaba, rebosaba y deslumbraba las
pocas luces que de madrugada nadie ve... Indemne a las horas altas de
tacones descalzos. Era, es turbadora.
Y así, mientras los
silencios despertaban a la duermevela, descolgó dos viejos cuadros, se
sentó sobre unos libros y con una sábana arropó su hermoso cuerpo cual
fular de nubes sin hijas...agazapando lo que se entreve al trasluz de lo
rotundo.
....se apoyó sobre los dedos de sus pies...y sus
gemelos tensos, blancos.. invitaban a ser vistos desde la copa de sus
hojas... a ser el viento que los mueve, remueve... a ser lluvia nacarada
e inventar el río de la vida... A nacer un nuevo gozo, una nueva forma.
Una cuna sagrada de emociones y sentimientos.
Se soltó el pelo.
Su
corto pelo castaño... se recostó sobre un baúl y reclinó su nuca sobre
aquel ventanal, levantó su mano y con su mirada encontró lo que la mía
buscaba.
Me preguntó:
- ¿Qué hacemos con los cuadros...?
Aquí no pegan.
Y les dimos la vuelta.
Cara a la pared.
Castigados y sin garbanzos bajo las rodillas.
Comulgamos a la adivinanza del acertijo más ancestral.
Y comprendimos que cada mirada entiende lo que desea encontrar....sin ser vista.
...sin preguntas, no hacia falta respuestas.
Cenerentola...
empezó a jugar con sus dedos, con sus sienes y el laberinto de sus
primeras canas, su mechón rubio, a jugar sin cepillo...ni cuerdas. A
mesar lo que sin pedir se desliza, a contemplar lo que no tiene cuerpo,
ni tiempos. A señalar donde se escapa la razón...
Y allí, la miel cubrió de su peculiar ritmo lo que pocos conocen.
Cuando
hace frío... gotea densa... casi tortuga voladora... para tocar la
blanca espera; cuando hace tanta calor... se evapora para enroscarse y
mezclarse con el agua corporal de los sentidos, de los deseos. Pero
perdura. Siempre perdura.
La miel es el más sabroso de los mejunjes.
Cuentan que nace del laborioso panal.... pero no saben, que nace de donde menos lo esperas.
Del ancestral lugar donde todos nacimos.
Cenerentola, imperturbable, radiante... se untó las yemas y me dió de comer.
Teníamos hambre, tanta que la sed se olvidó de nacer.
La gratitud. Nueve meses, más de cinco millones de visitas, más de dos mil seguidores. Jamás ni en mis sueños más húmedos y turgentes pude imaginarlo. Gracias, gracias y regracias. Sois increíbles, leales, honestos y divertidos. Reales, humanos, espléndidos. Vitales, alegres, íntegros. Aparecistéis como por arte de magia. Y sois vida. Vida pura. Gracias a todos, a los Cinco Continentes, a cientos de países y culturas. Gracias a vuestra ternura y amor. Seguiré caminando. Proseguiremos.
Nacida en Oakland (California) en 1944, creció en el bar de su padre,
donde los clientes jugaban ilegalmente y se escondían debajo de las
mesas para evitar las peleas. Millford ′Bun′ Sill trabajaba antes para
la industria del cine. Había sido cámara en los estudios de Paramount
antes de dedicarse a importar animales exóticos para las películas,
hasta que compró el bar donde ella empezó a tocar el piano desde que
tenía tres años y a interesarse por la "Armonía".
El ambiente del bar no podía ser más sórdido. ′Vivía bajo un flíper′
(una máquina del millón) -dice Judee en una entrevista-. Mis padres eran
los dos alcohólicos, así que tenía mucho tiempo para mí′. Del piano
pasa al ukelele, a los nueve años, y la guitarra a los catorce. ′Quería
ser una estrella de cine, algo emocionante′, decía.
Cuando su padre muere de neumonía en 1952, su madre, Oneta, se casa con
otro bebedor, que había hecho animación para Tom y Jerry. La ahora
señora Muse, lleva a Judee y a su hermano Dennis a Los Ángeles. Luego
dijo que su padrastro abusaba sexualmente de ella. Su madre entra en una
espiral de droga y alcohol, que no abandona hasta su muerte en 1963.
Judee va de un instituto a otro, atraída cada vez más por el lado oscuro
de la vida.
La atracción del lado oscuro
La experimentación con la droga va acompañada, para Sill, de su
iniciación al crimen. Se casa a los diecisiete años con un hombre mayor,
que resultó ser un gangster. El matrimonio fue anulado por su madre,
pero juntos asaltan licorerías hasta que les arrestan intentando robar
en una gasolinera. A él le mandan a la cárcel, pero a ella, como tenía
sólo dieciocho años, le mandan al reformatorio de Ventura. Allí se
convierte en la organista de la capilla, donde descubre los himnos, que
tanta influencia tienen en sus letras. Al salir en 1963, comienza a
estudiar música en la universidad, mientras trabaja en un piano-bar,
pero después de un viaje con dos amigas deja las clases.
Tras la muerte de su madre en 1965, conoce a un vendedor de LSD, que
toca el bajo. Su marido había muerto en los rápidos del río Kern, bajo
los efectos del ′ácido′ -como se llamaba entonces a esa droga que,
aunque parezca increíble, era legal en Estados Unidos-. Ella empieza a
tomar el LSD, que le proporciona el traficante. Se va a vivir con él.
Forma un trío de jazz con dos amigas, donde ahora toca el bajo, cuando
conoce a un pianista llamado Bob Harris. Los dos se hacen pronto
heroinómanos y van a Las Vegas, donde ella miente sobre su edad, para
poder tocar en los bares.
Al volver a California, necesitaba ciento cincuenta dólares al día, para
la droga. ′Todo lo que me importaba era poder meter la aguja en la
vena′, decía. Así que empieza a falsificar cheques, cuando no roba
tiendas en las esquinas del valle de San Fernando. Lo que le llevará a
la cárcel. Cuando llama desesperada a su hermano Dennis, para intentar
conseguir el dinero para la fianza -que ningún amigo quiere pagar- se
entera que ha muerto de una infección de hígado. Al salir de prisión,
limpia de la droga, se puso a escribir canciones.
¿Salvada por la música?
Para entender la frustrada carrera de Judee Sill, hay que darse que
cuenta que aunque grababa en la prestigiosa casa de discos independiente
de Joni Mitchell, Asylum, mientras la cantautora cantaba en los
circuitos de folk del Village de Nueva York, ella estaba en un
reformatorio. Cuando Joni hacía gorgoritos sobre las mañanas de Chelsea,
Judee se dedicaba al robo, la prostitución, o lo que hiciera falta,
para pagar la droga. Parece que estuvo en un sanatorio para enfermos
mentales e incluso hizo contrabando de droga por la frontera mexicana.
′Tomaba heroína por gusto -decía a Rolling Stone en 1972-, para escapar
del tormento y la miseria′. Llevaba enganchada tres años, ′pero creía
que podía mantener este tipo de hábito mucho tiempo′. Pensaba que era
fácil dejarlo. Bastaba un poco de fuerza de voluntad. Era ′yonqui′, pero
logró cambiar ′la oscura paz′ de la heroína por ′la blanca paz′ del
LSD, recuerda su abogado Bill Straw, que la conoció en 1969.
Sill fue el primer fichaje de David Geffen, para el nuevo sello Asylum,
después de que su maravillosa canción ′Lady-O′ tuviera cierto éxito,
interpretada por el grupo The Turtles. Ella estaba tan agradecida que
puso en la contraportada de su primer álbum: ′David Geffen, te quiero′.
Parece que estaba enamorada de él, aunque los dos tuvieron relaciones
homosexuales.
Asylum fue la compañía que dio a conocer el llamado ′sonido del Cañón
Laurel′, una zona de las colinas de Hollywood, donde vivieron una serie
de cantautores a finales de los sesenta y principios de los setenta, que
tenían una misma base acústica. El sello, pensado originalmente para Jackson Browne, logró atraer a artistas como Bob Dylan, pero dio a conocer a músicos tan singularesTom Waits, Carole King, Jim Morrison, The Mamas and The Papas, Joni Mitchell, entre otros; haciendo mucho dinero con los Eagles. El primer disco sencillo de Judee Sill fue producido por Graham Nash y tiene el enigmático título de ′Cristo hacía cruces′.
Búsqueda espiritual
Si uno busca en las canciones de Sill huellas de sus heridas de infancia
y experiencias de prisión, se sorprenderá de encontrar que la mayor
parte de sus letras tienen que ver con la espiritualidad y la fe. Cuando
su madre y su hermano murieron, Judee empezó a sentir una necesidad
religiosa. ′Generalmente, son cosas espirituales la principal
inspiración de mis canciones′, dijo al New Musical Express. La mayor
influencia es cristiana, pero también estudió las enseñanzas de los
rosacruces, la teosofía, ′el nuevo pensamiento′, la magia y el
ocultismo, en general.
Su primer disco está lleno de referencias bíblicas. ′Crayon Angels′
habla de los falsos profetas, ′Enchanted Sky Machines′ de los últimos
tiempos y ′Ridge Runner′ sobre la inspiración divina. Irónicamente, su
canción favorita, ′Jesús Was A Cross Maker′, menciona a Jesús por
nombre, pero trata en realidad de su desengaño amoroso con J. D.
Souther. Es por eso que se le presenta como un amante elusivo. ′La
escribí para reconciliar mi lujuria con el amor divino -dice-. Aunque
Jesús realmente hacía cruces. Toda carpintería en su tiempo hacía
armarios, féretros y cruces. Lo descubrí leyendo La Última Tentación de
Cristo de Kazantzakis.′
′Mis canciones son a veces religiosas, pero detesto la táctica de los
Locos por Jesús -Jesús Freaks, hippies convertidos al cristianismo, que
empezaban a utilizar la música contemporánea para expresar su fe-. Son
terribles. Te impiden el paso en la calle, intentando convertirte y te
dan una patada en el culo por Jesús.′ Las palabras de Judee expresan su
distanciamiento de la Gente de Jesús (Jesús People). Puesto que su
interés por el cristianismo no fue una simple cuestión intelectual.
Llegó a ser bautizada en la piscina del cantante evangélico Pat Boone.
Trágico y temprano final
Sill hace otro disco en 1973, ′Heart Food′ (Comida para el corazón). En
él, Cristo sigue teniendo una constante presencia. Llama a Jesús
′Soldado del Corazón′ y ′Vigilante′. Su canción The Donor incluye
elementos litúrgicos como el Kyrie Eleison. The Pearl advierte sobre el
abuso de las drogas. Y en la televisión inglesa, presenta The Kiss como
una canción sobre la unión de los extremos que hay dentro de nosotros.
′Amo a la gente que es honesta sobre su miseria y no trata de
esconderla, cuando se siente incómoda y extraña′, dice a Rolling Stone.
Como su primer álbum, éste también recibió excelentes críticas. El
Village Voice la llamó ′una santa loca′. Tenía fama de ser una persona
difícil. El productor de la actuación de la BBC -que se puede ver en
YouTube-, comenta que parecía ′una severa bibliotecaria′. Dijo que
compraran sus discos, para no tener que seguir haciendo de telonera de
grupos de rock. Al principio hizo giras con Crosby, Stills & Nash y
Roy Harper, pero cada vez hacía menos conciertos. Geffen rompe con ella,
al dar a conocer su homosexualidad, antes de que él la hiciera pública.
Tras una serie de accidentes de coche y una operación que no logró
solucionar su problema de espalda, vuelve a la droga. Algunos cree que
fue por su dificultad para conseguir calmantes, dado su anterior
adicción. Lo cierto es que Judee muere de una sobredosis en 1979, cuando
tenía sólo 35 años. Estaba en su apartamento de la calle Morrison, al
norte de Hollywood. La autopsia dice que sufrió ′una grave intoxicación
de cocaína y codeína′. Se supone que intentaba aplacar el dolor que
tenía, pero al administrárselo ella misma, se considera un suicidio.
La fé de Judee
Cuando sus cenizas son esparcidas en el Pacífico, ya nadie sabía de
ella. La mayor parte de la gente que la conocía se enteró de su muerte
un año después. Las pocas personas que la vieron en aquel tiempo, dicen
que estaba obsesionada por el mundo espiritual y esotérico. Sus letras
son misteriosas y difíciles de interpretar. ′La menos entendida es My
Man On Love -dijo ella-, ya que la gente no se da cuenta que es sobre
Jesús, porque no digo su nombre en la canción′.
Si Judee encontró alguna vez ′la verdad y el viaje / al otro lado′,
diría que fue por Jesús, pero ¿quién es Él, para ella? Un vaquero
místico, un bandido, rompecorazones, que le ama, pero se marcha, para
luchar contra el mal en un mundo que ya no puede ser arrebatado. Ese es
el lenguaje de sus canciones. No está en este mundo, no toca el suelo y
sin embargo, ella quiere cabalgar con él, un día. Para Judee, la única
verdad que sobrevive todo el vacío, es lo que su Hombre tiene que decir
sobre el amor.
El cantante de The Turtles, que dió a conocer al mundo su primera
canción, Mark Volman, vió poca evidencia de la naturaleza devota que
revelan muchas de sus canciones: ′Creo que Judee tenía un lado
espiritual, pero su personalidad adictiva es como si lo barriera de tal
modo, que sólo lo podía mostrar escribiendo′.
Lo que me ha llevado a
pensar en mis propias contrAdicciones.