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Ulla Wolk |
Su boca era pequeña, sin apenas frontera entre la comisura y el esbozo. Y sus labios miméticamente pausados, chascarilleaban y musitaban, rojos como una manzana envenenada de fulgor, pequeñas palabras y grandes ideas. Apenas hablaba, no decía mucho. Creía, sentía que para decir nada, todo se macera mejor en esa pecera del imaginario. En el camino de los hechos. En el trecho del silencio. Era pequeña, pero su corazón enorme. Era una retaca, pero sus garabatos, sus trazos adivinaban que lo habitual, la costumbre son hechuras que a ella no le atraían nada. Todo lo que clamaba de su gris, esa roja manzana lo mordía tierna, ácidamente. Masticaba con un arte inusitado para su corta edad.
Mentón redondo, y un pequeño botón de guisa por hoyuelo, lóbulos suaves casi imperceptibles imantados a sus sienes. Su rostro era un túnel perfumado de fotogramas vintage, retros de aquella cáustica y neumática salubridad que amordaza lo que sus adentros hervían, creaban y dibujan ante la gran pizarra de su pequeña escuela, sobre un lienzo en su fría habitación o bajo la nube de la inventiva y el bosque del batiburrillo que aquella fuente de la fantasía manaba.
Tenía poco más de doce años. Llevaba la raya al lado derecho y un remolino furioso colmaba la áurea de su sombra, cuna de su infante andar, sólo serenaba ese amasijo de cabellos rebeldes una pizca mesada de colonia suave, afrutada de esencia a mandarina, o almizcle... se calmaba la furia de su cocorota inaudita, impulsiva e inteligente. Surcaban sus pequeños y rechonchos dedos el ritmo cadencioso y languido de su tupida melena. Y así mientras se peinaba sin cepillo, sus manos recordaban a su cabecita, que mientras el riego hierve y transita, el camino del augurio, siembra.
Jose, siempre llevaba vestidos, diademas, peplos, rebecas orondas, recargadas y holgadas. Nunca quiso embutirse en un pantalón. Le agradaban los bordados, los bolillos, los tonos verdiazulados, grises y ocres, el macramé, el amarillo pálido y el marrón barro. Torcía su nariz buscando la compañía del alcanfor y cualquier brizna, pelo, mácula rauda la estampaba lejos de su presencia. Podría creerse que era una niña repipi o marisabidilla, no, Jose era inmaculada en apariencia y estricta en sus ceremonias. No jugaba mucho con los espejos y sí con los reflejos. Parecía que quería quedarse sola, pero sólo deseaba encontrarse. Necesitaba, encontrarse.
Reía mucho, muchísimo, pero sin estridencias. Reía con los ojos, con el cuerpo, con las orejas y las manos. Reía desde los hombros y hasta los pies. Por el vientre y el rubor. Reía tanto, sin carcajada, que iluminaba... e irritaba.
A veces, incluso, enfurruñada o triste, desganada o medio dormida, su risa invisible tocada por una vara de buscar agua, asestaba incredulidad y desconcierto a sus amigos, a su familia, a sus compañeros de clase o profesores. Pero Jose, tan auténtica y extraña, tan callada pero risueña, tan descolocada por las apariencias de quienes deseaban que jugará al dominó, siempre excusaba sus noes o síes con argumentos tan sólidos que incluso los adultos apenas podían disfrutar del esgrima.
Aquella tarde, acabando la clase, Don Arturo profesor senil pero curtido en mil batallas escolares e infantiles, requeteculto y ágil, muy ágil de mente tras casi cincuenta años de docencia acababa la clase de Castellano ( aunque en realidad, a él le gustaba llamarla "Clase deslenguada") con ya una exasperante y horripilante parsimonia. Divagaba, divagaba por ese tiovivo de las palabras humo.... y finalmente casi a punto de rozar la meta del fin del suplicicio se dirigió a la pizarra y de espaldas a Jose y sus compinches de aula escribió:
"Escribe algo que me irrite pero que me saque una sonrisa, escribe algo que sin decir, dé que pensar."
Los chavales se miraron, unos alzaban cejas... otros apoyaban los codos en el pupitre y escondían la cabeza, algunos resoplaban, otros ni pestañeaban...
Jose se mordía las uñas ya más que cortas de sus rechonchos deditos. Y sus ojazos iluminados se reían. Su boca se comía unas palabras imperceptibles, un susurrillo empolvó sus mofletes de una luz roja brillante y el zarzal de su cabecilla cabiló...
Don Arturo recogía los cachivaches y dando la lección por finalizada se aprestaba a acabar la clase. Era la última del día.
Jose, bajo la solícita frase de Don Arturo, escribió:
"Me la quisiste dar con queso, pero yo soy intolerante a la lactosa".
Don Arturo, bajó sus gafas, apuntó su cansada vista a la pizarra y empezó a leer. Tras un par de segundos de contemplación, en silencio, recogió su abrigo, sus cosas y mientras salía de clase al pasillo, empezó a balbucear no se sabe bien el qué. Después una risa seca, tosca, y después un río de carcajadas. Que se iban difuminando tras sus pasos....
Jose, cogió su maquineta, sacó punta al lápiz y lo chuperreteó como si de una piruleta se tratara.
Se tocó los mofletes. Tenía calor.
Y mientras sus compañeros ya habían salido de clase, se quedó en pie. Inmóvil. Mirando tras la ventana de clase, a aquel gran bosque de castaños frente a la escuela. Sus copas frondosas, sus sombras acordeón, su imperturbabilidad y como el viento las caminaba. Como nadie les hacia cosquillas. Sólo ellas a si mismas.
Creyó ver ninguna nube.
Y aparentemente no había ninguna... cielo raso.
Pero empezó a llover.
Y entonces sonrío desde sus ojos, se sopló el flequillo.
Todo lo que tenía que decir se quedó en aquella mirada.
Todo lo que debía callar la lluvia se lo iba a llevar.
Es tan hermoso, tanto Icaro. Tanto que Jose parece alguien que todos conocemos. Y que llevamos dentro. Felices navidades, un abrazo fuerte
ResponderEliminarGracias Aida, eres una persona con un corazón maravilloso. Íncreible como deshilvanas todo aquello que se mece en los adentros... hasta pronto, cuídate muchísimo. Te sé
EliminarUna maravillosa historia, tierna y sensible. Me encanta como describes aquello que viviste o que imaginaste. Piel de piel, del alma. Besos
ResponderEliminarLa tez del alma, Laura, esa que es pura y noble cuando se encuentra con nosotros mismos. Desnudos en cuerpo y alma. Besos en tu alma, bella
EliminarPitaya roja, muy roja, rojísima
Eliminaral leerte me has traido un viejo recuerdo lleno de ternura. Me has puesto la piel de gallina
ResponderEliminarhttps://www.youtube.com/watch?v=Zx6gr_Ch9x8 Un abrazo a tu corazon
Me agotaaasss.... y encanta ¡ Born on the rocks preciosa. O ' clock ocean
EliminarMaravilloso. Publicas ? Saludos desde Zaragoza, Jorge
ResponderEliminarEnvíame forma de contacto, Jorge. Mail preferiblemente. Muy amable y gracias. Sí, publico. Cuídate y gracias por tu amabilidad
Eliminarhttp://www.nytimes.com/books/99/07/04/specials/hemingway-rises.html
ResponderEliminarfantastic Icaro ¡
Regards Henry
Eliminarhttps://www.youtube.com/results?search_query=cibelle
I think....
Eliminarhttps://www.youtube.com/watch?v=u_u5iCHi0Jo
Congratulations for you
Dear Henry of my heart, cuídeseme
Eliminarhttps://www.youtube.com/watch?v=P9c0wOX5dMc
La petite fille de la mer https://www.youtube.com/watch?v=UdPOCQGYwrk
ResponderEliminarPinces à épiler, Icaro. Soie grège sur mon corps. Baisers et plus baisers
A veces las palabras no dicen nada. otras son puro formulismo, algunas pura casualidad, tantas... aire, siempre... propias. El mador es preludio, Isabelle. Preludio de un baño de sudor afrutado y poison de aquello que sabemos que es tan nuestro como íntimo. Yo tampoco puedo olvidar. Olvidarlo ? Imposssible
Eliminarhttps://www.youtube.com/watch?v=Lg8K7ge9sKo
Impresionante Icaro que maravilla
ResponderEliminarGracias, Sergio. Muy amable, a ti por leerme y sentir. Cuídate
EliminarPreciosao reflejo de una niña que muchos conocimos... Saludos desde Madrid. Sebastián
ResponderEliminarRubor, dulce rubor, Sebastián. Saludos desde Barcelona
EliminarIncreible retrato de esa chiquilla.... ¿Cuándo la viste en tu corazon?
ResponderEliminarCada vez que nazco
EliminarEnhorabuena, macanudo. Llevo semanas leyéndole, y me entusiasma su ritmo, su prosa, sus escribidos imperfectos, la música y el arte que desprende este lugar. Me relaja y encuentro un poco de paz. Un saludo desde Argentina. Suerte en la vida. "Hija de una nube", me parece hermosa y nostalgia pura
ResponderEliminarLo dicho anteriormente Diego, gracias por tu cálida acogida en tus ojos... seguiré intentando llegar a donde las olas y las nubes me mezcan... en áquel mar donde los sentidos... nadan contracorriente para llegar a un buen puerto... la honradez, la ternura y la nobleza
Eliminarhttps://www.youtube.com/watch?v=_OFMkCeP6ok
Precioso Ícaro, maravilloso relato. Gracias, Eva
ResponderEliminarEncantadora vivencia, dulce y entrañable. Gracias por dejarlo llevar
ResponderEliminarGracias por vuestro cariño, sois maravillosos
ResponderEliminarThe moral boy king.... renacer....
https://www.youtube.com/watch?v=oPcEQwEPmVg
Maravillosa historia. Gracias Ícaro
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