Los cuatro puntos cardinales son tres: el Norte y el Sur.

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martes, 2 de septiembre de 2014

Codicia

Arthur Tess




La humanidad no ha aprendido a sentir y dar equilibrio. Mucho menos, llevarlo a cabo. Se dejan guiar por la codicia, la ambición. Y no perciben que es un modo acelerado de morir en vida. Pero la naturaleza sobrevivirá, al menos, aquello que nació libre de culpa, de codicia, de gula... aunque se consuma la hormiga humana, permanecerá áquel sentimiento que ni se compra ni se vende, que ni aglutina para que la endogámica y tristona pusilanimidad se deje llevar por el único Norte que le da sentido a la vida: amasar.

Amasar, es hacer pan.

Amasar, no es retorcer, estrujar, vilipendiar y ahogar; anegar lo que la hormiga humana con el esfuerzo del alma nace, crece, crea y da sentido.

Hay quienes confunden la vida, con la veleta de Voltaire.

Y quién hace de su vida un diario y nocturno juego codicioso.

A veces es más doloroso, pero más humano pararse para crecer.

Malvivir es sencillo.

Vivir es todo un ejercicio de humanidad.

La codicia sólo sirve para que un corazón se convierta en una piedra lanzada al vacío.

El agua no es codiciosa deja que el peso de esa piedra repose en el fondo del olvido.

La codicia no pesa, ni flota, ni permanece, ni aprehende. No da vida.

Hunde.

Se hunde.

Y con ella se vende lo único que no tiene precio en este juego de la vida: el alma.

A veces se hunde hasta el dolor extremo, proclive.

Y otras fenece.









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