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jueves, 22 de octubre de 2015

Fanny & Alexander (1982)

                           

                           "Soy un niño. Toda mi vida creativa proviene de mi niñez"















Infancia clandestina

Al final de su obra y de su vida, Bergman parece hacer las paces. Paz con su infancia de niño desdeñado por su madre y sometido a la severidad luterana de su padre obispo. Paz con la casa Bergman de la infancia en donde el chico Ingmar, ayudado por su hermana Margaretta afronta con la linterna mágica y las cintas de celuloide coloreadas a mano, el desamor y el castigo paternos como pedagogía de la vida que vendrá: depresiones, ira, enfermedad, violencia familiar, melomanía. Teatro y cine. Amor, amor tortuoso o desesperado, pero amor al fin, por las sucesivas mujeres, por el teatro, la ópera, el cine. Dos puestas teatrales al año durante el invierno sueco que obliga a la recoleta vida intramuros; una película anual, en el verano que en Suecia dura un mes. Neurosis y disciplina luterana empujando una vida dedicada al arte como trabajo. Duro trabajo el de conocer las almas, el de adentrarse en ellas y torturarlas con una dosis de sadismo que también estuvo en la casa de la infancia (Ingmar el joven, que viviendo en la Alemania de los años 30, confiesa, coqueteó con el nazismo, cuyo padre pietista se entusiasmó con el Tercer Reich, y cuyo hermano fundó el partido nazi en su versión sueca). Torturar para conocer. Primer plano implacable sobre una cara de mujer (Liv Ullman, emblemática), voz en off masculina, voz grave, susurrante que describe las miserias guardadas tras la belleza de ese rostro, cámara que cierra el primer plano hasta disolverse en los poros, allí en donde toda belleza se descompone en microscópica fealdad; en ese punto infinitesimal todo lo feo es malo, fealdad descripta con implacable maldad por el fuera de campo de la voz masculina, un cuchillo que llega hasta el fondo del alma de la mujer ahora desnudada hasta más allá de su intimidad. Ese era Ingmar, el vejador moral de seres humanos, el que podía develar con su crueldad de artista vejado por su propia infancia, los lugares más lejanos del alma (que es mujer, decía Bergman).

Ese había sido Ingmar, el que ahora ingresaba a la vejez con el cuerpo y la propia alma cansados como para asegurar que Fanny y Alexander sería su última película (no era cierto, por supuesto, los guiones que entregó a sus discípulos para que los filmaran, Bille August: Con las mejores intenciones; Liv Ullman: Infidelidad; su hijo Daniel, Los niños del domingo, eran obras acabadas a las que sólo les faltaba –nada menos, es cierto- el toque final de la puesta en escena, que en todos los casos fue dogmáticamente bergmaniana.



8 comentarios:

  1. Header. Fantastic movie.

    Thanks, kissss

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  2. La vi hace muchos años y recuerdo que me quedo una "grief" y una tristeza porque pense que muchos niños han tenido o tendran una infancia parecida. La niñez hay que vivirla a pleno pulmon.

    Te adoro, das aire. Muchos abrazos, pero no todos

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  3. https://www.youtube.com/watch?v=S_E2EHVxNAE

    F & A, un film tan cotidiano treinta años después que acongoja.

    Bergman, lo borda.
    Gracias por tan buenas reseñas, por tanto duende Ícaro

    Un fuerte abrazo

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  4. Inquietante esa clandestinidad robada, ultrajada.

    Besos cielo

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  5. Una película de culto. Compleja y enrevesada, de dura reflexión y digestión no exenta de todo el realismo propio y real de Bergman.

    Hay escenas memorables, pero la película deja el poso pretendido: más de uno se verá reflejado en escenas que siempre nos acompañarán. Una infancia tormentosa marca toda la vida.

    Gracias por reseñar este film prodigiosamente cotidiano

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    Respuestas
    1. De culto orfebre, Carles.

      Gracias por honrarnos con tu presencia.

      Es íncreible tu trabajo.

      Un fuerte abrazo

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  6. Una de las películas de mi vida.

    Hay algo que me toca hondo y me retrotae a la niñez.

    La infancia clandestina, silenciosa es una aparatosa sombra que nos cobija y nutre toda la vida.

    Gracias por vuestras opiniones y guiños.

    Sois íncreibles.

    Os aprecio tanto

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