Amé en aquella mirada lo que había de sospecha. Y el miedo de las cosas tenía en aquel espejo la ilusión de disentir del futuro. Contacto: jrubaz@hotmail.com
Los cuatro puntos cardinales son tres: el Norte y el Sur.
jueves, 16 de agosto de 2012
Tu más profunda piel
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Dibujo Evelyn McHale |
Cada memoria enamorada guarda sus magdalenas y la mía --sábelo, allí donde estés-- es el perfume del tabaco rubio que me devuelve a tu espigada noche, a la ráfaga de tu más profunda piel. No el tabaco que se aspira, el humo que tapiza las gargantas, sino esa vaga equívoca fragancia que deja la pipa, en los dedos y que en algún momento, en algún gesto inadvertido, asciende con su látigo de delicia para encabritar tu recuerdo, la sombra de tu espalda contra el blanco velamen de las sábanas.
No me mires desde la ausencia con esa gravedad un poco infantil que hacía de tu rostro una máscara de joven faraón nubio. Creo que siempre estuvo entendido que sólo nos daríamos el placer y las fiestas livianas del alcohol y las calles vacías de la medianoche. De ti tengo más que eso, pero en el recuerdo me vuelves desnuda y volcada, nuestro planeta más preciso fue esa cama donde lentas, imperiosas geografías iban naciendo de nuestros viajes, de tanto desembarco amable o resistido de embajadas con cestos de frutas o agazapados flecheros, y cada pozo, cada río, cada colina y cada llano los hallamos en noches extenuantes, entre oscuros parlamentos de aliados o enemigos. ¡Oh, viajera de ti misma, máquina de olvido! Y entonces me paso la mano por la cara con un gesto distraído y el perfume del tabaco en mis dedos te trae otra vez para arrancarme a este presente acostumbrado, te proyecta antílope en la pantalla de ese lecho donde vivimos las interminables rutas de un efímero encuentro.
Yo aprendía contigo lenguajes paralelos: el de esa geometría de tu cuerpo que me llenaba la boca y las manos de teoremas temblorosos, el de tu hablar diferente, tu lengua insular que tantas veces me confundía. Con el perfume del tabaco vuelve ahora un recuerdo preciso que lo abarca todo en un instante que es como un vórtice, sé que dijiste "Me da pena", y yo no comprendí porque nada creía que pudiera apenarte en esa maraña de caricias que nos volvía ovillo blanco y negro, lenta danza en que el uno pesaba sobre el otro para luego dejarse invadir por la presión liviana de unos muslos, de unos brazos, rotando blandamente y desligándose hasta otra vez ovillarse y repetir la caída desde lo alto o lo hondo, jinete o potro arquero o gacela, hipogrifos afrontados, delfines en mitad del salto. Entonces aprendí que la pena en tu boca era otro nombre del pudor y la vergüenza, y que no te decidías a mi nueva sed que ya tanto habías saciado, que me rechazabas suplicando con esa manera de esconder los ojos, de apoyar el mentón en la garganta para no dejarme en la boca más que el negro nido de tu pelo.
Dijiste "Me da pena, sabes", y volcada de espaldas me miraste con ojos y senos, con labios que trazaban una flor de lentos pétalos. Tuve que doblarte los brazos, murmurar un último deseo con el correr de las manos por las más dulces colinas, sintiendo como poco a poco cedías y te echabas de lado hasta rendir el sedoso muro de tu espalda donde un menudo omoplato tenía algo de ala de ángel mancillado. Te daba pena, y de esa pena iba a nacer el perfume que ahora me devuelve a tu vergüenza antes de que otro acorde, el último, nos alzara en una misma estremecida réplica. Sé que cerré los ojos, que lamí la sal de tu piel, que descendí volcándote hasta sentir tus riñones como el estrechamiento de la jarra donde se apoyan las manos con el ritmo de la ofrenda; en algún momento llegué a perderme en el pasaje hurtado y prieto que se llegaba al goce de mis labios mientras desde tan allá, desde tu país de arriba y lejos, murmuraba tu pena una última defensa abandonada.
Con el perfume del tabaco rubio en los dedos asciende otra vez el balbuceo, el temblor de ese oscuro encuentro, sé que una boca buscó la oculta boca estremecida, el labio único ciñéndose a su miedo, el ardiente contorno rosa y bronce que te libraba a mi más extremo viaje. Y como ocurre siempre, no sentí en ese delirio lo que ahora me trae el recuerdo desde un vago aroma de tabaco, pero esa musgosa fragancia, esa canela de sombra hizo su camino secreto a partir del olvido necesario e instantáneo, indecible juego de la carne oculta a la conciencia lo que mueve las más densas, implacables máquinas del fuego. No eras sabor ni olor, tu más escondido país se daba como imagen y contacto, y sólo hoy unos dedos casualmente manchados de tabaco me devuelven el instante en que me enderecé sobre ti para lentamente reclamar las llaves de pasaje, forzar el dulce trecho donde tu pena tejía las últimas defensas ahora que con la boca hundida en la almohada sollozabas una súplica de oscura aquiescencia, de derramado pelo. Más tarde comprendiste y no hubo pena, me cediste la ciudad de tu más profunda piel desde tanto horizonte diferente, después de fabulosas máquinas de sitio y parlamentos y batallas. En esta vaga vainilla de tabaco que hoy me mancha los dedos se despierta la noche en que tuviste tu primera, tu última pena. Cierro los ojos y aspiro en el pasado ese perfume de tu carne más secreta, quisiera no abrirlos a este ahora donde leo y fumo y todavía creo estar viviendo.
Julio Cortázar
Siempre me gustaron las rectas
martes, 14 de agosto de 2012
La duermevela del grva
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Los recuerdos son como perros abandonados, vagabundos, nos rodean, nos miran, jadean, aúllan alzando la vista a la luna; querrías ahuyentarlos, pero no se marchan, te lamen ávidamente la mano, y cuando les das la espalda, te muerden...
Anocheció. Amaneció. Y volvió a anochecer. A nacernos.
Sin comentarios.
Sin maquillaje.
Sin abalorios.
Sin raya al lado.
Sin "potingüeo".
Sin tapujos.
Sin raspas.
Sin agua santificada.
Sin remilgos.
Sin patrañas.
Sin envoltorio.
Sin exfoliación.
Sin comentarios....
...se escucha sola.
Por cierto, las sombras chinescas favorecen el lustre.
Todo queda impregnado desde el barniz del vaivén del barquito de papel, las velas que se quedaron sin cera, el kiwi y sus pelusas que se abren a la carambola más salvajemente tierna, las toallas empapadas en la ladera de aquella piscina de piedras y puzzles infantes, la llesca con atún, emmental fundido y anchoas, los caramelos de besos, las piruletas de lenguetazos, las corotinas con ración doble de limón, los mantelitos siguen aguardado a Little Einstein, las gomas de borrar (6 ???????????¡) el pelo, las voces de los niños protegidas por factor 50, la barca del camastro, el rubor del cine de sábanas blancas, la perra madrugá y el amante despertar.
El zumo de pomelo, la vieja fábrica de fresas, el perfil de la foto y la foto del perfil. La blusita colgada del cuadro, la escalera a la buhardilla del taconeo, las liebres en la pecera y los pájaros roncos.
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El paseo desnudo, el nudo del grifo, la triada de la rótula y las pinzas de la ropa invisible.
El ajedrez en los railes.
Tanto monta, monta tanto.....
Las toallas en la sartén.
La mustela de bechamel.
Y el suflé on the rocks.
....Parece mentira, pero sólo parece..... que el rosal da higos, y la higuera..... cerezas con huesos de melocotón.
¿ La piel.....?
Mondada a bocaditos blanditos.
...las cucharas de los dedos.
...el plato del vientre.
...el tenedor coletero.
...el suelo mantel.
...el goteo contrachapado.
...el tenedor de una trenza.
...comidameriendacena...
El sofrito y su secreto.
...el delantal de Joe.
Alicia en el país de las maravillas es una ínsula en el redil del café recién molido, hecho, testado.... aullado, untado, sorbito a sorbito....mientras deshago el barco de piratas de playmobil, mientras la manta de la abuela se encoge, todo.... todo.... todo.... absolutamente sigue oliendo, impregnando, acunando....
...lo que en paz se acuna, se aprende, mece y pretende.
Y ahora, sí, ya es de noche.
Germinó. Creció. Aprehendió. Serenó.
En el desierto siempre hubo una fuentepiedra, un vientre, unas gotas de lluvia, incluso un faro y una hoja de laurel.
Llueve el cuadro y la ventana se empapa.
Nos escudriñan ellas... las gotas de agua y las hijas de las piedras.
Si saco la mano me empapo y crezco.
Si la amago me empapo y mengüo.
Incluso había un desierto de olas y mareas... ahora los rizos, las caracolas y las hebras no sólo son buenas noticias, sino que dedales en las nubes.
De cera también se hizo la esperanza.
Renoir era grande y el beso, un grito en la oscuridad.
No puedo evitar tus ojos, lo siento.
Ni quiero.
No sabría respirar sin conjugar el ser y estar.
lunes, 13 de agosto de 2012
Eres y estás
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Cuatro, y agua. Sal.
Y quedaremos, quedamos sólo dos.
He rozado tu mirada mojada.
Tus pies descalzos y secos, desnudos de ostentosos pasos y enjutos en huella eterna.
Me has contado chistes con los tirabuzones.
Y penas sin lágrimas.
Soy feliz. Porque eres y estás.
Y la grieta de la pared no era un sueño.... es un puente, o un charco, un papel doblado que esconde mil letras y un mundo.
Me pones siempre un vaso de agua en el aire.
Y un espejo sin corsé.
La gran broma final, es el principio del uno.
Ya no me pregunto.
Todo tiene sentido de tu mano.
La gran historia es nuestro barro. Agua y sal.
Y escuece y duele, pero crece inexorablemente.
Es cierto, el lenguaje instintivo es lo único sincero que se entiende.
El papel sin doblez, las palabras sin necesidad, las letras sin cuentas pendientas, los silencios dialogantes.
Seguiré rozando tu mirada mojada y sonreiré, siempre sonreiré cuando sigas rozando lo mojado que está el suelo y el silbido.
Silbas con primor y alevosía.
Y me encaaaaaaaaaaanta.
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Pero dentro, el alma nos suda los latidos. En las afueras el escepticismo ajeno es un diezmo, un puro y puto diezmo.
Amén.
Es maravilloso encontrarse y dormirse ante tu mirada.... estrecharse ante tus labios que sellan la paz de la guerra carnal y el sudario del relicario donde los pecados se enredan en las alas de la misericordia....
Oler tu hombro.
Comer de tus muñecas.
Buscar tus venas y mesar el pálpito de esa maraña de enredaderas bermellonas.
Mesar y oler, estrechar y lacrar.
Moldear los labios de la otra boca y embarrarse con el dedal de cera tibia.
Aglutinar y deglutar el aire y el espacio que antes.... partisano conjugaba pasado, que ahora humilde y sincero no juega al cara a la pared.
Dormir en la boca de tu vientre. Y soñar en el despertador que a ras de suelo juega a las cosquillas con Morfeo.
Despertar mientras la peonza, el little einstein y los picapiedra juegan en el carril bici.... y así mientras el mundo gira en la alfombra del sol, nosotros se la tendemos a la luna del sereno, a las persianas del poquet a poquet....
... a lo que sin bautizar, cautiva.
Cautiva de libertad, en cuerpo y alma.
miércoles, 1 de agosto de 2012
Ariadna. Siria IV aC
(Finales de julio 2011)
El treceavo uno.
Escapar junto al ovillo y sin dedal, suena en paz, suena de oreja a oreja.... otra. Ya de media, a plena.
No sé dónde se esconde Teseo, Ariadna, pero sí el....
....laberinto sin llaves maestras, ni empuñaduras de conveniencias.
Para sanar mi Minotauro creo en la medicina homeopática de envenenar y envenenarse de imágenes y palabras, de olores y murmullos, de mador y larvas en la nuca y en el vientre; soy un compulsivo consumidor de sensaciones y desordenes milimétricamente pantagruélicos, dónde las experiencias memorables y momentos insospechadox deglutan al inminente pasado que el futuro.... presenta más allá de los sueños fronterizos con la realidad que combustiona la esencia de toda vida inteligente: el remedio creativo.
Existe un poder oculto que toda persona posee, convocar los recuerdos extraviados, desertar de las buenas costumbres sociales y culturales del qué dirán y avivar el deseo entroncado en el miedo del compás encuadrado entre el paspartús del respeto y la acuarela de la libertad. Si corres, se corre. Si corro, se corre. Si corremos, nos corroe. Y así, si aún persiste la encarnizada subsistencia de la inconsciencia y el quid pro quo que la alimenta, desertar de la inercia, naufragar en el desasosiego y perjurar por las nubes de acero que lloverá siempre que tengas sed, que sientas mucha sed.
Que nos llueva, Ariadna, es un bálsamo para éste sinvivir.
Y tener sed, siembra ese veneno que los cuerdos llaman oxígeno.
Dame tu fruto más afeminado, la pulpa del más carnoso y espontáneo veneno loco, ese que pocos tragan sin renunciar a la áspera y cruda realidad, o cóseme en aquel olvido encerado y siniestro.
Ni siquiera sabes que eres sin estar.
Y así se desgaja siempre un preludio, envenenar la espera mientras la ausencia se detiene en apariencia.
Así llegaste, así entraste, así estás.
En paz, y dándomela.
Así nació.
Crece indómito y puro.
El treceavo uno.
Escapar junto al ovillo y sin dedal, suena en paz, suena de oreja a oreja.... otra. Ya de media, a plena.
No sé dónde se esconde Teseo, Ariadna, pero sí el....
....laberinto sin llaves maestras, ni empuñaduras de conveniencias.
Para sanar mi Minotauro creo en la medicina homeopática de envenenar y envenenarse de imágenes y palabras, de olores y murmullos, de mador y larvas en la nuca y en el vientre; soy un compulsivo consumidor de sensaciones y desordenes milimétricamente pantagruélicos, dónde las experiencias memorables y momentos insospechadox deglutan al inminente pasado que el futuro.... presenta más allá de los sueños fronterizos con la realidad que combustiona la esencia de toda vida inteligente: el remedio creativo.
Existe un poder oculto que toda persona posee, convocar los recuerdos extraviados, desertar de las buenas costumbres sociales y culturales del qué dirán y avivar el deseo entroncado en el miedo del compás encuadrado entre el paspartús del respeto y la acuarela de la libertad. Si corres, se corre. Si corro, se corre. Si corremos, nos corroe. Y así, si aún persiste la encarnizada subsistencia de la inconsciencia y el quid pro quo que la alimenta, desertar de la inercia, naufragar en el desasosiego y perjurar por las nubes de acero que lloverá siempre que tengas sed, que sientas mucha sed.
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Dibujo de Erika Khun |
Que nos llueva, Ariadna, es un bálsamo para éste sinvivir.
Y tener sed, siembra ese veneno que los cuerdos llaman oxígeno.
Dame tu fruto más afeminado, la pulpa del más carnoso y espontáneo veneno loco, ese que pocos tragan sin renunciar a la áspera y cruda realidad, o cóseme en aquel olvido encerado y siniestro.
Ni siquiera sabes que eres sin estar.
Y así se desgaja siempre un preludio, envenenar la espera mientras la ausencia se detiene en apariencia.
Así llegaste, así entraste, así estás.
En paz, y dándomela.
Así nació.
Crece indómito y puro.
lunes, 30 de julio de 2012
Los mundos de Remedios Varo
La artista española Remedios Varo (Gerona, 1908), constituye un buen
ejemplo de la relación entre el arte y el esoterismo. Aunque su obra no es muy conocida a nivel popular, sus pinturas no tienen nada que envidiar a las de otros artistas de siglo XX. Sirva este post como pequeño homenaje a esta gran artista.

Remedios creció bajo la influencia directa de sus padres, de personalidades casi antagónicas. Su padre era un ingeniero hidráulico, detalle que influiría en su obra, en la que continuamente aparecen artefactos mecánicos, mientras que su madre era una mujer muy religiosa, lo que la llevó a recluirla en un internado de monjas.
Aquel recluimiento se prolongaría hasta los 17 años, cuando Varo pudo trasladarse a Madrid para hacer realidad su vocación artística. Tras su graduación en 1931 se trasladó por un año a París, y más tarde regresó de nuevo a España, pasando por Barcelona y de nuevo Madrid. En aquella época conoció al escritor surrealista francés Bejamin Péret, con quien se casó en 1937. Péret era un simpatizante de la causa republicana española, pero él y Remedios se vieron obligados a huir a Francia para escapar de la guerra.
Una vez en París, Remedios entró en contacto con surrealistas de la talla deBreton, Tanguy, Ernst y la que sería su gran amiga,Leonora Carrington . Allí comenzó a desarrollar su obra surrealista, exponiendo en varias galerías, pero sus cuadros todavía no mostraban las peculiares características que desarrollarían años más tarde.

Con la llegada de los nazis a Francia, Remedios y su marido decidieron huir a México, a donde llegaron en 1941. Allí entraron en contacto con otros artistas europeos también exiliados, como Luis Buñuel, y Remedios pudo fortalecer más su amistad con Leonora Carrington, aumentando entonces su interés por ideas esotéricas y espirituales, a las que se sumaron las influencias de la cultura mexicana.
Entre sus pinturas destacan las protagonizadas por personajes que emprenden “viajes metafísicos a otros mundos” , como en Hacia Aquario (1961), Trovador(1959) o Descubrimiento de un geólogo mutante(1961). Todas estas obras, sobre viajeros y científicos fantásticos sugieren, como explica el profesor Lois Parkingson, “la transmigración y los poderes de transfiguración conjurados por la alquimia medieval. Varo conocía bien los principios y la iconografía de esta tradición, cuyas raíces están profundamente arraigadas en el pensamiento español del medievo”.
Entre las creencias sobrenaturales que influyeron a Varo se encuentran las prácticas rituales de los indígenas mexicanos y la cultura sincrética del país, que la artista tuvo oportunidad de conocer mientras vivió allí.
Pero, más importante que las anteriores, son las influencias ajenas a México, aunque las recibiera durante su etapa en el país. Al igual que sucedía en Europa, también hasta allí habían llegado las prácticas y doctrinas espiritistas y ocultistas, y Varo recibió ampliamente su influjo. Como bien explica Parkinson en su excelente trabajo sobre Varo (Misticismo mexicano y la obra mágica de Remedios Varo), incluso varios presidentes mexicanos, como Francisco Madero y Lázaro Cardenas o Ezequiel Padilla pertenecieron a distintos grupos esotéricos.
Según Parkinson, Varo se mostró muy interesada por una larga lista de disciplinas y autores, como Jung, Blavatsky, el sufismo, las leyendas sobre el Santo Grial, además de la geometría sagrada, la alquimia, el I-ching chino o las ideas de Gurdjieff. ¿Se puede pedir más?
Sin embargo, el momento social y cultural que vivía México en aquellos años posibilitó el éxito de dos de estas ideas con mayor fuerza: la teosofía de Blavatsky (otra vez), y Gurdjieff. Detengámonos ahora brevemente en lo que se conoce como ‘cuarto camino’ de Gurdjieff. Este filósofo y místico ruso nació en una zona de Armenia en la que confluían las influencias culturales y religiosas de Europa y Asia. Ya adulto, viajó mucho por el continente asiático, impregnándose de sus tradiciones y creencias religiosas, que más tarde mezcló con sus conocimientos occidentales sobre distintas ciencias, como la astronomía, la psicología o la física.
Para el filósofo ruso, el ser humano vive “dormido”, ajeno a la verdadera realidad, por lo que propone un desarrollo de la conciencia mediante el trabajo interno del autoconocimiento. La doctrina más conocida de Gurdjieff es la del llamado ‘cuarto camino’ o ‘cuarta vía’, una idea surgida de la mezcla de elementos budistas, cristianos ortodoxos, hinduistas e incluso sufíes, consistente en la instropección (Gurdjieff lo llamabaremembranza) que permitiría la realización de esa transformación interna. Para el místico ruso, este camino podía recorrerse solo, pero era mejor hacerlo en compañía.
Todas estas teorías de Gurdjieff calaron con fuerza en parte de la sociedad de la época, y en especial entre los artistas. Entre ellos se encontraba, como ya hemos dicho, Remedios Varo. El profesor Parkinson tuvo oportunidad de consultar algunos de los libros que pertenecían a la biblioteca de la artista,
y entre ellos encontró la obra Relatos de Belcebú a su nieto, de Gurdjieff, así como un estudio sobre este personaje, escrito porJacques Dikran y titulado Gurjieff, el mesías del siglo XX, además de otros títulos de corte esotérico y ocultista.
A pesar de que esta influencia fue evidente, parece ser que al mismo tiempo Remedios Varo prefería mantener cierta distancia con dichas ideas. Según la propia sobrina de la artista, Beatriz Varo, su tía “entra en contacto con la doctrina mística de Gurdjieff, con seriedad y en broma al mismo tiempo, anima a sus amigos a unirse al grupo, pero luego es ella la que permanece al margen”.
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