Los cuatro puntos cardinales son tres: el Norte y el Sur.

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lunes, 3 de septiembre de 2012

Emil Nolde

"Candle dancers"





Emil Nolde tenía un carácter fuertemente individualista: su vida está llena de situaciones en la que queda confirmado como su pertenencia a un grupo determinado lo deja insatisfecho o, peor aún, acaba por generarle problemas. Y es que, en muchos sentidos, la vida de este artista está llena de paradojas. La primera quizás sea que lo conozcamos como Emil Nolde (1867-1965), aunque su apellido verdadero fuese Hansen, adoptando aquel otro como homenaje al pueblecito alemán donde nació (por cierto, hoy parte de Dinamarca, otra paradoja). Criado en una familia campesina, casi desde niño mostró aptitudes para las labores artesanales, de forma que acabó por estudiar artes aplicadas y, dspués trabajó como profesor de dibujo en Suiza durante unos años. Más tarde trató de entrar en una escuela de Bellas Artes, pero su solicitud fue rechazada, de forma que Nolde optó por dedicar su vida a la pintura aunque fuese de forma independiente.
Emil Nolde. Izquierda:"Autorretrato" (1917). Seebüll, Alemania. Inferior derecha: "Niños danzando salvajemente" (1909). Kiel.



El comienzo del siglo XX sorprende a Nolde instalándose en Berlín e interesado por la obra de los pintores postimpresionistas y por las novedades que están introduciendo en el campo de la pintura artistas como James Ensor o Edvard Munch. En este contexto, sus obras adquirieron cierto prestigio, lo que explica que en 1906 nuestro pintor recibiese una carta del grupo expresionista Die Brücke (El Puente) en la que se le solicitaba su incorporación al colectivo, cuyos miembros afirmaban "rendir homenaje a sus tempestades de color". Y con ellos se fue Nolde, aunque su pertenencia al grupo duró apenas un año, retomando de nuevo su vía independiente a la pintura.
Inferior. Emil Nolde. Izquierda: "Danza alrededor del becerro de oro" (1910). Munich. Derecha: "Pantanos" (1916). Basilea.

En el Nolde de esos años encontramos un interés por dos tipos de temas que ya van a marcar para siempre su trayectoria. Por un lado, los paisajes, frecuentemente naturales, que pinta desde una perspectiva casi situada a ras de suelo. Por otro, los temas de carácter religioso, en los que pasa revista tanto a escenas de la Biblia como del Nuevo Testamento, siempre con colores muy densos y de gran riqueza. No obstante, el artista no despreció otros motivos: retratos, temas urbanos o escenas de carnaval forman también parte de su producción.

Emil Nolde. Izquierda: Mujer (1912). San Luis, EE.UU. Derecha: "Gente emocionada" (1913). Seebüll.

Unos años más adelante nos encontramos con una nueva paradoja en la vida de Nolde. En la década de los años 20 el pintor, atraido por la idea de la "Gran Alemania", se convirtió en simpatizante del partido nazi, acabando por hacerse miembro de su sección danesa unos años más tarde, mientras afirmaba que el expresionismo (que él y otros artistas practicaban) era el estilo pictórico genuino del pueblo alemán. El propio Goebbels, ministro de propaganda del III Reich, compartía también esta absurda teoría que no tuvo mucha trascendencia porque el propio Hitler zanjó la polémica con su idea ramplona de que todo el arte moderno estaba muy cercano a lo degenerado. Así que el régimen nazi terminó por condenar oficialmente las obras de Nolde a quien incluso se le prohibió pintar, mientras sus cuadros eran descolgados de los museos.

Pero Nolde siguió pintando,  ahora sin dar publicidad a sus obras, en su estudio de Seebüll, que él mismo había diseñado años atrás. Tuvo que esperar al fin de la Segunda Guerra Mundial para que sus cuadros saliesen de nuevo a la luz. Y así, otra vez, aquel artista independiente recobró la fama que había perdido. Una fama cincelada a base de su inteligente uso del color. Un color que en sus cuadros cobra vida y transmite sentimientos y emociones; dramatismo muchas veces. Tenía razón los del grupo El Puente: tempestades de color. porque como el mismo Nolde decía: "cada color tiene en sí mismo un alma, que me hace feliz o me repugna". Es del todo cierto.
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Emil Nolde: "Girasoles en la tempestad" (1943". Ohio, EE.UU.






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