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Fotografía: C-man |
....Cuando alguien se siente brillantemente desgraciado, entonces sí vale la pena llorar con acompañamiento de temblores, convulsiones, y sobretodo con público. Pero, cuando además de desgraciado, uno se siente ópaco, cuando no queda sitio para la rebeldía, el sacrificio o la heroicidad, entonces hay que llorar sin ruido, porque nadie puede ayudar y porque uno tiene conciencia de que eso pasa y al final se retoma el equilibrio, la normalidad.
Breve extracto, La tregua (1960).
Mario Benedetti.
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