Los cuatro puntos cardinales son tres: el Norte y el Sur.

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jueves, 20 de noviembre de 2014

No, naturalmente, no nos une el amor






X
¿No habrá  nunca nadie que desee beber nuestras lágrimas?





XI
¿Cuál fue el error que no nos perdonaron? 
¿Qué podremos corregir  ignorando la causa de nuestra condena? 
¿Qué será de los que nos negamos a tapar con música y colores la mugre de nuestras existencias, 
de los que elegimos la verdad desvelada 
aunque nuestros ojos no la resistieran, de los que no quisimos ponerle azúcar a la muerte 
porque preferimos que las ideas que no se pudiesen tragar fueran intangibles? uefran intragables? 
¿Fue una insensatez  no colocarle guirnaldas al fracaso, no levantar la fachada de la alegría pese a todo?


 XII
¿No llegará nunca un tiempo en el que nadie deba avergonzarse de sus limitaciones irremediables?
 ¿No se realizará en nosotros el milagro de “La Bella y la Bestia”? 
¿Ningún ángel maravilloso nos dará ese beso que destruya el hechizo que nos condena?
 
XIII
Sucedieron varias historias pero… 
¿Para qué contarlas? 
No importa lo acontecido sino las huellas que dejó su paso.
 Basta con observar las marcas para develar  todas las historias. 
Y quizás todos llevemos una cicatriz que ocultamos  porque  nos  avergüenza. 
Esa cicatriz es el único documento de identidad legítimo. 
Es el que revela quiénes somos.
Nosotros no podemos esconderlo, es más, necesitamos mostrarlo y que se nos ame igual. 
Nos resulta insostenible ocultar nuestras faltas, nuestra imperfección, nuestra marca.nuestra imperfección, nuestra marca.


XIV
La vida  nos  fue  hundiendo en pozos diferentes,  ninguno de  nosotros  palpó la serenidad. 
Los dos a oscuras; en ciénagas, drogas, abismos, rutinas; 
pero los dos con vendas en los ojos, con el 
alma amortajada y con la implacable corrosión que provocan  las lágrimas que caen  hacia adentro.
Los dos identificados por la misma clave: el fracaso.
El fracaso en el amor, el fracaso en el arte, el fracaso en la sociedad, el fracaso en el intento de vivir sin engaños. 
Los dos lastimados por las púas de la indiferencia de los seres agraciados, 
de los inteligentes para el dinero, 
de  los adaptados,
 de los que jamás se cuestionarán algo que de antemano palpitan que quizás no tenga respuesta, 
de los felices cobardes que alimentan con embustes sus tranquilas_ conciencias.    
Los dos viviendo. 
Es el  paradójico desenlace de nuestra tragedia: seguir con vida cuando se agotaron  las esperas. 
Los dos sentados en las gradas del circo cuando terminó la función y con ella, naturalmente, 
también la magia. 
Y los dos estamos solos. 
Flotando como corchos en el océano nos miramos el uno al otro, pero no podemos ayudarnos.


Los dos poseemos  lo mismo: promesas incumplidas, 
ausencias  inaguantables, anhelos   no  concretados 
y  una antigua e inmensa acumulación de soledad. 
Y  los dos necesitamos exactamente lo contrario. 

Por eso al cruzarnos en este absurdo derrotero, flotando como corchos, sólo atinamos al sarcasmo, 
esa terrible arma de doble filo que acaba por herir más profundamente
al que la empuña que al que recibe la estocada. 

Los dos sangrando por algún costado, la diferencia es despreciable. 
Y a la larga, la tristeza nos domina con la dañina voracidad de un cáncer a los dos por igual. 
Los dos altruistas y  capaces de la mayor  bajeza al mismo tiempo.
Los dos juntos, pero separados por esa  ineludible condición de dolor. 
Los dos  con nuestra sensibilidad  golpeada contra  las paredes de la vida cotidiana. 
Los dos predestinados al error, a  equivocar siempre el camino y a encontrar lo ansiado a destiempo. 
Los dos  incapaces de construir una torre que nos salve. 
Los dos obligados a representar una farsa sin autor. 
Los dos, en definitiva, sin saber por qué.








XV
¿No recibiremos nunca algo por lo que dar las gracias? 
¿No llegará nunca el día de la recompensa a los que tanto sufrimos? 
¿Todo fue un cuento?. . . 
Entonces es verdad que fuimos engañados, ese día no existe, no hay  revancha 
y esta agonía no tiene fin.
¿Por qué creímos alguna vez? 
¿Por qué pactamos con un Dios de omnisciencia y de omnipotencia dudosas? 
¿Era  tan  grande  nuestra desesperación cuando caímos a la tierra? 
¿Era  tan  inconmensurable nuestro miedo que tuvimos que inventar  una  falsa esperanza? 
¿No hubiera sido mejor enfrentar la desolación a tiempo?
¿Tan desvalidos estábamos en los comienzos 
que tuvimos que aferrarnos a mentiras tan graves
 como el amor, la fe y  la recompensa? 
¿Y ahora qué empecinada  nostalgia  nos impide desterrararlas enérgicamente?

XVI
No, naturalmente, no nos une el amor 
sobrevivimos sin amarnos 
¿Cómo podríamos amarnos?
 Nadie ama a un desdichado salvo que se trate de un hermoso príncipe de cuentos 
y su desdicha  sea solo aburrimiento o hartazgo.sea sólo aburrimiento o hartazgo. 
Nos cansa pronto escuchar un gemido y más aún cuando no proviene de un bello infante. 
Abandona en una cesta a orillas de un lago de garzas y flamencos. 
No,  los desdichados estamos confinados a sobrevivir en la soledad 
masticando nuestra  humillación como un veneno que nunca nos mata. 
No, naturalmente, no nos une el amor en todo caso, lo que nos une es un idéntico
resentimiento una misma rebelión, una rebelión tan desmesurada que acaba por volverse estéril. 
No es una rebelión genuinamente política ni religiosa, es la rebelión de nuestro origen 
contra sí mismo de nuestra sangre contra sí  misma, de nuestra nada contra la nada
o de nuestro cielo contra el cielo de los otros. 
Es la rebelión de los que sufrimos porque deseamos algo que no existe.


No, naturalmente, no nos une el amor 
nos une el magnetismo de esta casa; 
nos une este laboratorio del dolor; nos une este cuarto que nos aísla del insulto,
del bostezo indiferente de la calle, de las lluvias heladas del invierno, 
del sol ardiente del verano; 
nos une este lugar en el que somos contenidos y este tiempo que nos mide. 

No, naturalmente, no nos une el amor
nos une la misma búsqueda (o la misma fuga).
Nos unen, en definitiva, los mismos interrogantes, las mismas ignorancias 
y el mismo deseo (una bruta ansiedad) por conocer al menos el por qué de nuestro sufrimiento.
No, naturalmente, no nos une el amor 
nos une, en el mejor de los casos, el terror a la soledad completa, la incapacidad de amar a otro ser 
sin sentirnos inferiores y humillados. 
Nos une la incredulidad de que alguien diferente pueda amamos. 

No nos une el amor, 
nos une la vergüenza.
Nos une el pudor de saber  tan  íntimamente cómo es el otro y de no saber con  la misma nitidez quién es el otro.
Nos une un raro temor, algo así como una envidia anticipada por si uno de los dos ingresa al mundo de los seres dichosos. 
Nos unen todas las bajezas visibles y las previsibles. 
Nos une el fracaso como un pacto de niños, firmado con sangre y alfileres.

No, naturalmente, no nos une el amor
nos une este lamento que lanzamos como una flor y un insulto 
como un reproche y una súplica a todos y a nadie. 
Nos une este lamento porque el hecho mismo de haber podido construirlo se asemeja  a la esperanza. 

Pero  no  nos engañemos, 
al  final de cuentas, 
lo que nos une no es el puente sino el abismo.



José Sbarra. Obsesión por vivir, 1975









17 comentarios:

  1. Tremendo. Hacia mucho tiempo no leía algo tan real en un blog. Tan cierto que te despierta de golpe. Gracias por esta maravilla de entrada. Carlos, Sevilla

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  2. Nos une el imán y nos imanta la unión. A tod@s. Esa negación afirma la realidad de nuestra vida. Colores y música, un trazo repleto de color carne y música ancestral: me acabas de sacar las.... Besos en tu corazon

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    1. https://www.youtube.com/watch?v=or78iiexGsk

      En tu alma, Laura. Cuídate mucho

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  3. Pero no nos engañemos,
    al final de cuentas,
    lo que nos une no es el puente sino el abismo.



    Definitivo

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  4. https://www.youtube.com/watch?v=kd4QMN_lErc

    Mmmmuakssss

    Se que te gustará, cuidate bicho

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    1. ¿Qué opinas...?

      https://www.youtube.com/watch?v=xSi_FE52TAY


      Besos Aida

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  5. Magnífico, Icaro, magnífico. Te felicito por el blog una maravillosa casualidad, un vergel

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    1. Gracias Henry, las casualidades no existen, nacen y se esfuman.... Un guiño desde el Oasis.

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  6. Alguien que dice lo que dice, no lo dice por decir. Lo ha vivido. QUién vive así, vive dos veces. Genuino. Un placer Icaro

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    1. Aunque sólo nacemos dos veces. Ni una menos, ni una más.

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