Los cuatro puntos cardinales son tres: el Norte y el Sur.

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jueves, 5 de abril de 2012

Rebeca

Ella no tiene la culpa... pero es una dislocada vacaburra que se traga el entendimiento y la razón sin rechistar. Al lado de la orilla tiene un picadero donde desbarata a su desposado y ordenado monsieur.

El picadero (bebedero de ocas y me roto lo que el paté embadurna...) es un púlpito donde se desfoga como cuando las perras enceladas dibujan con las caderas la trayectoria del rabenque rabioso. Cuestión de canes. Y de panes. Instintos primarios que no tienen miramientos para aposentarse donde el corazón enviuda entre cabalgada y cabalgata.

No hablemos de las arrugas de su voz. Nunca nadie la escuchó, pero todos saben que está ahí.... como una omnipresente sombra que pulula y fornica cualquier resquicio donde el blanco y negro otorgan de matices a aquellos que creen en color. Ilusos, imbéciles, histriónicos, desequilibrados y acusicas hacen cola y sacan número.

Rebeca es terca y obstinada, no se deja ver pero juega al veoveo.

La construyó en la playa para que los gemidos, los jadeos y las bucólicas citas con sus adláteres y repeinados amantes no distorsionaran los guiones del servicio y los cimientos de Manderley. Arderá Troya, pero ahora no es hora. Ahora empiezan a llegar niños, es verano, y la playa se atiborra de aceites, pamelas, colillas y gomas de mascar con los cuatro labiox.

La señora Dambers es la encargada de hacer encajes y bolillos. Bonitos bordados, preciosos. Bordes fibrados de silicona que sellan las juntas de imgobernables juegos malabares.

Siempre que acabamos de comer y eruptamos cual puercos rehogándonos en la ciénaga, deberíamos excusarnos, pedir vez y dirigirnos al excusado. Educado soy un rato, por ello no vomito ante los comensales ya sé que la inmensa mayoría usa babero y se lava los pelos de punta para no dislocar a los remolinos de cuatro pelos mal puestos y esa bonita y distinguida raya al lado.

Las películas de serie B son lo suyo.

Lo mío.

Las miniaturas desapercibidas son como los detalles... hacen que la vida encoga al corazón, o que te comas los puños de los apósitos, muñones a la rica bechamel. Las lágrimas al horno parecen velas de brujas blancas y ajos en aceite de coco.

Advierto que el hilo pasa desapercibido.

Mejor.

"El muro", está lejos... demasiado alto. Y el de "Pajas mentales", pringado, rebozado de unos San Jacobos de queso maloliente y de una carnaza putrefacta.

Este es más oportuno.

Más fresco.

Recién parido y a Hitchcock... no le importaría. Él, la aduana la bombardeó cuando migró con sus pájaros donde cuentan que los sueños no tienen tierra prometida. O sea, madre. Si no padre que los santigüa.

Mormón que era el muy cabrón.

"Rebeca", no deja de ser posiblemente una de las cintas con más morbo e intriga que Diox parió para deleite de la imaginación.

La protagonista no existe, no se la ve... pero se la huele, se la odia, se la adora, se la rechaza y vanagloria. Pero no existe ante tus ojos. Y en cambio,la dulce Fontaine globaliza, focaliza, idealiza y se arrastra ante el cayado callado de sus cumbres borrascosas y deja la impronta, la huella... de la fiel y amante esposita que a pesar de que su acaudalado esposo y patrón colecciona figuritas decorativas de los Ming, desdeña los acantilados de la Costa Azul o flirtea con el puritanismo de: Nena (chasquido de dedos)... arródillate.... la mate porque era mía. Y sólo mía. Y tú... más de lo mismo. (Aunque Alfred prostituye el final, entre hombres anda el juego......y la nobleza... siempre, siempre, siempre...obliga, mamones).

Existe media hora donde no me creo ni la sumisión, ni las pantuflas, ni siquiera los bordados... ni las siglas: RdM. Donde sólo atinamos al braguetazo a l@ Oritz, donde corriendo los años cuarenta se adivinan lo enfermizo y compulsivo que es el celo de los celos.

Donde las apariencias visten. De seda. Y son monas, mucho. Pero sólo eso, monas vacías de huevos sin yema.

Donde te la comes doblada y cincelada y las bocas se corren, perdón. Las cremalleras. En boca cerrada no entran más... que la del amo y señor.

Donde Coco le hubiera zurzido un jirón a todos aquellos que cuentan como la lechera.

Que en las españas fue tal el éxito que lo de la rebequita para disimular que los pezones se me empitonan y que se me pone el vello púbico de los brazos más tieso que la mojama... caló, caló y recaló más hondo que si un sastre hubiera patentado parches para taparnos las vergüenzas.

Y lo mejor, ya me dirás en que obra maestra, no aparece ni el nombre, ni se la menciona y al acabar de deglutar tan tamaña pedicura para nuestro apetito desconocemos como bautizaron a la hermosa y recatada Joan.

Tenemos lo que no existe y desposeemos lo que ronda a la vera.

Moraleja: No quiero tener ama de llaves. Sólo una que me dé juego.

Y es que si nos susurran en el pricipicio... lo fácil es tirarse al vacío. Arrojarse de la nada a la nada... ya me contarás.

Seguirá siendo un placer seguir orgasmeando aunque Rebeca no abra ni la boca, ni los muslos, ni siquiera se deje colgar en esa percha del fondo del armario.

¿Quién no tiene una en su vida?

Buen provecho.


Majestuosa BSO, de Franz Waxman.


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